El propietario de un mesón en Marbella se niega a aplicar la ley del tabaco con la excusa de que como se trata de un negocio privado y, por lo tanto, el dueño puede hacer lo que le venga en gana. Como el propietario quiere que sus clientes fumen, lo harán so pena de asumir multas millonarias, que incluso pueden llegar a los 600.000 euros. Con la excusa de que es un negocio privado, el dueño del restaurante podría permitirse eliminar aseos, dar libertad a sus camareros fuesen vestidos de cualquier manera, y que la cocina estuviese en unas condiciones lúgubres, además de hacer mayonesas con huevos y adoptar una serie de medidas que pondrían en riesgo la salud de sus clientes. Sí, es un negocio privado pero tiene que acatar una legislación general. Con el mismo argumento, que el mesonero de Marbella venda droga, permita timbas de póker y luego reconvierta el restaurante en discoteca para aumentar la caja. No hombre, que las leyes hay que cumplirlas aunque no nos gusten, y es lógico sentirse indignado por una ley que posiblemente no se aplica en el mejor momento, pero de eso a reivindicar la insumisión legal media un abismo. Ya decía mi abuelo que la nicotina no era buena para el cerebro.





