En momentos tan difíciles y duros como los que vivimos en la guerra contra el terrorismo, se hace harto complicado ponerse a hablar de fútbol intrascendente. Pero la vida sigue y la recomendación que recibimos es la de vencer al miedo, así que vamos a cumplir con nuestro compromiso diario.
En mi opinión, ya que se ha puesto de moda la “turismofobia”, en Baleares no sobra ningún turista sino que faltan infraestructuras, alguna de las cuales lleva parada cuatro años: el segundo cinturón de ronda que enlazaría la M-13 con la M-19. Pero la repentina aparición de Robert Sarver en Son Bibiloni me ha impulsado a concluir en que si sobra algún visitante extranjero es precisamente él.
El dueño del Mallorca está de más en Palma por haber hundido al Mallorca como patrimonio de la sociedad y a su equipo en el plano deportivo. No tuvo agallas para aparecer cuando el barco navegaba claramente a la deriva, ni para destituir a su consejero delegado como responsable directo del descenso cualitativo y el desarraigo social. No vale venir ahora de vacaciones y hacerse la foto con los jugadores para desearles suerte y afirmar sin el menor conocimiento de causa que hay una buena plantilla y un buen entrenador. ¡Qué sabrá de eso!. Huye de la prensa como alma que lleva al diablo porque sabe que mintió en su única comparecencia, pronto hará dos lamentables años, y se pasea tan tranquilo si la menos explicación a una afición entregada, sumisa y esclava. Y no, no crea ustedes que se quedó a comer con el “players lounge” de la Ciudad Deportiva, prefirió, cómo no, un restaurante de lujo de la zona del Portixol.
Particularmente quiero que vengan turistas, que sean bien acogidos y se refuercen las medidas para controlar a maleantes y facinerosos, pero este, de verdad, mejor que no aterrice en Son San Joan.
