Ciutadella de Menorca, habitualmente ausente de los circuitos informativos, ha ocupado portadas por un caso de corrupción primero y ahora por una sandez propia de nuestros tiempos postmodernos. Una chica un poco descocada, que se presenta a las elecciones por un partido nuevo, ha hecho público un cartel electoral en el que utiliza sus pechos como reclamo. La idea es bastante patética, así como todo el razonamiento de la candidata. Pero, en medio de este despropósito, hay algunas cuestiones que la candidata señala que tienen algo de verdad: dice la afectada que siente vergüenza de Izquierda Unida, el partido que la denunció, porque, añade, sólo faltaba que a día de hoy, cuando la pornografía está a la orden del día, cuando un desnudo ya está hasta en las hojas parroquiales, sea este partido el que la denuncie. Algo de razón tiene: puestos a acusar a esta mujer de provocar algo más que risa, no debería ser Izquierda Unida sino los partidos de derecha, los partidos más cercanos al conservadurismo más rancio, los puritanos. Algo de razón tiene cuando dice que Izquierda Unida ha perdido el norte al denunciar lo que para ellos debería carecer de importancia. O, quizás, es que los cargos de este partido en realidad son un poco ultramontanos.
