Derecho a la educación, igualdad de oportunidades, equidad, atención a la diversidad, escuela inclusiva... estos son algunos de los vocablos del argot educativo que escuchamos casi a diario, pero que en pocos casos sabemos muy bien qué significan o cómo se deben pragmatizar para conseguir una educación de calidad para todos los estudiantes.
La perversión del lenguaje, la semántica, en definitiva, el lenguaje juega un papel decisiorio a la hora de construir el pensamiento de la sociedad con el fin de que ésta tome como buenas determinades políticas.
Permítanme que hoy vuelva a recurrir a otro de los siete principios del aprendizaje, concretamente al que se refiere a que el aprendizaje a de tener en cuenta las diferencias individuales. A priori, parece perogrullo esta afirmación. Pero, la gestión de éste puede ser muy dañina al sistema y las consecuencias, devastadoras para la sociedad. Y si a esto, le sumamos la perversión de la semántica, podemos caer, no sin darnos cuenta, en la mayor de las catastrofes de la historia de la humanidad.
Está claro que la escuela tiene una misión muy clara: enseñar y que los alumnos aprendan algo. Y también está claro que todos los niños tienen cabida en la escuela. Pero, además también tenemos que cumplir con el principio de equidad que no es más que darle a cada niño lo que necesita en cada momento para poder alcanzar su éxito educativo. Y, por si no fuera poco, también hemos de atender a los que tienen necesidades para cumplir con el principio de igualdad de oportunidades.
En definitiva, un totum revolutum que trae de cabeza a los gestores de centros educativos, a los profesores que empiezan a frustrarse porque no ven resultados en su trabajo y desazón en los pedres porque tienen la sensación de que su hijo no recibe lo que se merece.
Y, ¿cómo lo hacemos? Pues no hay varitas ni recetas mágicas. Pero lo que está claro es que para cumplir con la atención a las diferencias individuales no tenemos que igualar a nuestros alumnos solo por el defecto; también debemos igualarlos por el exceso. Cada curso escolar, las cifras de fracaso escolar tienen detrás a miles de alumnos de altas capacidades que no han progresado porque no se han tenido en cuenta sus diferencias. Cada curso escolar, miles de alumnos no han progresado porque no han podido acceder a centros de educación especial o aulas UEECO por falta de ellas.
Una escuela inclusiva también es aquella que homogeinza la heterogeneidad. Y es que, otra educación es possible.