No vende pero si. El Consejo de Administración del Real Mallorca llevó a cabo la aprobación de una propuesta de ampliación de capital por valor de 20 millones de euros, que ahora debe aprobar la Junta de accionistas.
Claassen no vende sus acciones directamente, pero suelta lastre y pierde peso específico en el accionariado del club, con la entrada de un grupo de nuevos inversores. Llegan a través de una ampliación de capital, pero llegan. Y lo hacen con un montante económico suficiente como para quedarse con un buen bocado de las acciones del club, que ahora mismo están en manos de Claassen, prácticamente en su mayoría (94,8%).
Una curiosa maniobra que viene precedida de varios acontecimientos que han conducido al teutón a este desenlace final. De inicio es curioso que en su momento no aceptara una ampliación de 5 millones propuesta por el anterior accionista mayoritario (Serra Ferrer) y que aliándose con Cerdà, rebajó a un irrisorio montante de 2 millones, justo para dar liquidez instantánea a las arcas del club. Además están las reuniones que Claassen ha mantenido en los últimos meses en Dubai, con un grupo de inversores, interesados en la compra del equipo.
Al final, y no mucho tiempo después de que el mismo Claassen anunciara que no tenía previsto ir a ninguna ampliación de capital, el Real Mallorca acometerá uno de los mayores movimientos de montante y acciones de su historia.
Una ampliación de capital que en síntesis reúne las exigencias que Claassen ha hecho a los potenciales vendedores con quien ha hablado hasta ahora. Él se queda de presidente en cualquiera de los casos. Las primeras fórmulas no cuajaron, y ahora se ha optado por la de la ampliación de capital. No vede, pero si. Claassen se queda, pero menos.
