La campaña de vacunación docente contra el COVID-19 que se ha anunciado estos días y que se iniciará en las próximas semanas no sé si es el único antídoto que necesita nuestro sistema educativo.
Llega como agua de mayo la noticia de la vacuna porque gracias a ella, el sistema educativo contará con otra capa más de protección sanitaria y que, sin duda, ayudará a que el funcionamiento del sistema sea mejor, o cuanto menos, más operativo de lo que ha sido este curso académico.
Con la dosis de la vacuna inyectada en un alto porcentaje del personal docente y no docente, el camino que deberían adoptar los centros educativos es el de la normalidad. Es cierto que algunas de las medidas impuestas para este curso escolar, permanecerán en un futuro; y no está de más puesto que algunas han otorgado más orden a los colegios e institutos.
Ahora, solo queda cruzar los dedos y esperar que las estadísticas de efectos secundarios provocados por el pinchazo de las dos dosis de Astrazeneca no dejen al aire las plantillas de los centros escolares. Quiero pensar que si el Gobierno ha considerado vacunar a todos con la misma medicación es porque lo han pensado bien. Esta situación es extrapolable a lo que ocurre en la aviación: el comandante no come el mismo menú que el piloto y las azafatas no comen el mismo que la sobrecargo. Durante estos meses hemos visto como algunos centros se quedaban unos días sin parte del profesorado ni del equipo directivo.
La administración de la vacuna a los docentes es muy necesaria. No solo la pandemia ha dejado secuelas en la economía y la generación de empleo de nuestro país. El sistema educativo está quedando maltrecho. Una cuarta parte del proceso educativo de nuestros alumnos está afectado por el COVID-19. Llevamos dos cursos, y el próximo, a pesar de recuperar cierta normalidad tampoco va a ser un curso ordinario.
Y como apuntaba al inicio de estas letras. El sistema educativo necesita de otra vacuna para que esto funcione. Nos hemos quedado estancados en un modelo que se demuestra cada día más, obsoleto. La vacuna contra la mediocridad de quienes redactan las normas y las leyes. Veremos si ésta llega antes de que se despliegue la nueva Ley de Educación y los currículos de las asignaturas empiezan a asemejarse más a lo que necesita la sociedad actual y empiezan a alejarse de concepciones teóricas decimonónicas que no conducen a un aprendizaje significativo del alumno.