El Govern de Marga Prohens no logra amarrar los apoyos para sacar adelante el techo de gasto no financiero y con él, unas nuevas cuentas públicas para 2026. Ante la posibilidad, cada vez más cierta, de verse en la obligación de prorrogar los presupuestos de 2025, el Ejecutivo autonómico del PP se prepara para prorrogar los presupuestos actuales. No era el escenario deseado —ningún ejecutivo en minoría lo quiere— pero la realidad se impone.
La clave está en la aritmética parlamentaria. El PP gobierna solo y depende de Vox para sumar y aprobar leyes y decretos. Pero la interlocución con los de Manuela Cañadas se ha ido enturbiando en las últimas semanas, entre reproches cruzados y gestos de desconfianza. Vox quiere marcar perfil y exhibir músculo ideológico, sabedor que las encuestas a nivel nacional le sonríen, pero el PP no está dispuesto a hacer concesiones excesivas cruzado el ecuador de la legislatura.
El PSOE, por su parte, plantea exigencias estratégicas, como subir el impuesto sobre estancias turísticas o crear un nuevo tributo a los vehículos de alquiler, medidas que Vox rechaza de plano.
Así pues, el PP se ve en la tesitura de ponerse en manos de Vox o del PSOE para la aprobación del techo de gasto, sin garantías de que pueda lograr la aprobación de los presupuestos de 2026, con el consiguiente desgaste. Frente a esto, el Ejecutivo de Prohens considera menos lesivo políticamente la prórroga de las cuentas vigentes.
La presidenta Prohens defiende que la estabilidad está garantizada y que la gestión no se verá afectada. Además, los populares se muestran convencidos de que las leyes que se están tramitando en el Parlament lograrán ser aprobadas con el apoyo de Vox, pues afirman que ya se han comprometido a ello.
Prohens ha intentado la vía del diálogo con todos los grupos, pero el PSOE no está dispuesto a regalar oxígeno al rival político. Més per Mallorca, Més per Menorca y Unidas Podemos se autoexcluyeron desde el minuto uno, y Vox juega a dar y quitar aire cuando le conviene. Mientras tanto, la oposición prepara el discurso fácil: “El Govern no sabe negociar ni gobernar su propia minoría”.
La prórroga no derriba al Ejecutivo ni altera la hoja de ruta marcada por Prohens, pero no cabe duda de que debilita su imagen pública y dificulta su acción política. Sin acuerdos y pactos estables, el Govern sufrirá en cada votación, por lo que deberá hacer más concesiones a Vox en cada iniciativa que requiera respaldo del Legislativo.
