A falta de mensajes políticos que ilusionen al ciudadano, el PSOE opta por sus habituales tópicos para contrarrestar el efecto electoral del PP. La última de Joana Barceló no tiene desperdicio. La portavoz del Govern sostiene que la lista del PP representa la radicalidad cuando en su propio gabinete tiene compañeros que saltan barreras de fincas privadas y que se ponen delante de pancartas cada vez que se acercan unas elecciones. La radicalidad es una sensación subjetiva. Algunos ciudadanos pueden considerar radical un partido que promete que no hará un hospital y que, al llegar al poder, hace todo lo contrario. Incluso que un president ataque al presidente del Fomento por unas declaraciones desafortunadas pero que no acepta que algunos empresarios pueden cuestionarle a él. También puede ser radical permitir que en la UIB -pagada con dinero público- pueda dar una conferencia un candidato de Sortu, una formación que no podrá concurrir a las elecciones por su vinculación a ETA. A Barceló, que ve la paja en ojo ajeno y no la viga en el suyo propio, le basta un simple vistazo a la lista del PP para saber que es radical cuando muchos de los integrantes de la candidatura de Bauzá son auténticos desconocidos.





