Un mes después de derogar el límite de 110 km/h en autovías y autopistas el Gobierno vuelve a la carga con otra medida improvisada destinada esta vez a reducir el número de accidentes en las carreteras secundarias. La DGT ha propuesto bajar la velocidad en estas vías a 90 km/h escudándose en razones más que discutibles. Es cierto que tres de cada cuatro siniestros con víctimas mortales se producen en este tipo de carreteras pero si tenemos en cuenta que la velocidad media en ellas es de 80,2 km/h parece un sinsentido obligar a los conductores a no rebasar los 90. Es más, según datos de la propia Dirección General de Tráfico, la mayoría de estos accidentes no se produce por un exceso de velocidad sino por salidas de vía y colisiones frontales. El verdadero problema de la red secundaria es su mal estado de conservación, con marcas viales casi invisibles y firmes llenos de baches o en el mejor de los casos de parches.
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