Y vendrán más turistas

Ya pasamos los 18 millones de turistas que nos visitan cada año. Y vendrán más. Y vendrán porque pueden hacerlo, quieren hacerlo y nadie se lo va a impedir. Yo tampoco. La cuestión es cómo vamos a vivir siendo más turistas que residentes.

Por si fuera poco, las cadenas de TV privadas, los digitales y los internautas influyentes  han aterrizado en Baleares desde el mes de junio y están llenando páginas y minutos de textos y videos en los cuales intentan enseñar a la audiencia lo muy bonito y especial que son estas islas. La hemos jodido, querida. O mejor  dicho, la hemos cagado.

Este mes de junio, los destinos ¿desconocidos y secretos? de Mallorca están siendo promocionados en todas las redes. Desde es caló des Marmols, de Santanyí  hasta la playa de ses Cavasses de Artá, las zonas más poco saturadas están siendo promocionadas como si fuesen el paraíso terrenal. Ya no queda un rinconcito en el cual no encontremos a grupos de jóvenes mochileros que acampan en estas zonas naturales y aun salvajes. Pero también encontramos a grupos de adultos, alemanes, sobre todo, que han descubierto la Mallorca más íntima y secreta.

No podremos ni debemos parar esta tendencia, pero deberemos empezar a prepararnos para gestionar el futuro. Estoy muy a favor del intento del Gobierno de Marga Prohens de regular la llegada de turistas, los usos de las zonas naturales, los precios de todo tipo de servicios,  la oferta de alojamiento y la lucha contra toda actividad turística ilegal. Ya hace tres años que lo publiqué: hay que cambiar el  paradigma de turismo en Mallorca. Tenemos que regular y decidir la oferta. Ya no debemos aceptar los precios y clientes que nos imponen los turoperadores. Ellos deben cambiar a sus clientes y adaptarlos a nuestras necesidades reales.

No queremos más mierda. Hay que elegir y limitar. Hay que decrecer en turismo joven, de borrachera e incívico. Hay que castigar con dureza a los que quieren forrarse con nuestros turistas y no pagan ningún impuesto. A estos, sí que estoy de acuerdo en echarlos de la isla. Que se vayan a sus casas por chorizos e insolidarios. Estos mallorquines que intentan cobrar barbaridades a los turistas que quieren pasar una semana en su casita de la playa, que paguen impuestos, los mismos que pagan los que tienen un negocio y que cumplan con la norma que regula el alojamiento turístico. Y si no lo hacen que les caiga todo el peso de la ley. Lo mismo para españoles, europeos, asiáticos y otras nacionalidades que tienen negocios abiertos, ilegales y sin control de nadie. Bien comprar fincas y hoteles obsoletos con la ecotasa. Mejor sería contratar a 2.000 nuevos inspectores de turismo. Formarlos y enviarlos a controlar nuestra única industria y economía.

Pero el problema es que los míos, es decir, los de mi partido político, tanto de la derecha como de la izquierda, son los que están vendiendo alcohol a los chicos, roban con descaro a los turistas al cobrarles servicios de playa, los chiringuitos que cobran comida y bebida como si de un hotel de 5 estrellas se tratase. Son los taxis ilegales, guías ilegales, vendedores ilegales y chorizos con patente de corso. Ya basta de mirar a otro lado y ya lo arreglaremos cuando sea necesario. Bien las medidas, pero mal la acción inspectora independiente.

Ya está bien que vengan turistas, pero no debemos olvidar que todo el mundo tiene derecho a tener unas vacaciones en Mallorca. Tiene derecho a disfrutarlas con los suyos y a poder pagarlas con su sueldo de miseria. En caso contrario, volveremos al siglo XIX, en el cual solo los ricos y los poderosos vivían bien. Y de esos polvos llegó la revolución social.

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