El Partido Popular había llegado a anunciar durante la campaña electoral que iba a permitir que los padres podrían elegir la lengua en la que estudien sus hijos. Eso, por supuesto, no sólo es imposible sino que no es conveniente porque significaría crear itinerarios diferentes, lo cual además de caro, divide a los niños por idiomas, en lugar de mantener el modelo existente que permite que todos aprendan las dos lenguas. Ahora, el conseller Bosch, que de esto entiende, está intentando templar gaitas y con su nueva solución ha logrado cabrear a todo el mundo. Dice que los niños al iniciar la enseñanza se dividirían por idiomas, o bien tendrían dos profesores, y primero aprenderían lo que su padres quieran y después la otra lengua, la que sus padres no quieren o no habían preferido como primera opción. Cabrea a los castellanistas del entorno del Círculo porque esto no es lo que habían prometido y porque no se sabe cuándo se llegará a aplicar (“comenzaremos” dice Bosch, para el 2012, sin aclarar muy bien cuando acabaremos si, como es lógico, no nos está dando largas a ver si las demandas se apaciguan) y a los catalanistas porque lo de dividir a los niños en itinerarios diferentes es bastante difícil de entender, incluso aunque no tenga fecha ni parezca que se pueda concretar. Mientras, nos emponzoñamos en estas historias que no nos conducen a nada porque más allá de los radicales, aquí todo el mundo debería estudiar, aprender y dominar las dos lenguas, la calidad de la enseñanza sigue en caída libre y ya vemos que el próximo año no va a suceder nada en el tema que realmente es importante.
