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20 de noviembre

El jueves 20 de noviembre se cumplirá 50 años de la muerte del dictador. Del inicio de lo que fue la Transición. Del reinado de Juan Carlos I. De la mayor época de Paz que ha vivido en toda su historia España. Han sido 50 años intensos. Hemos tenido que aprender a ser demócratas. De permitir la libertad de tantas cosas que antes eran prohibidas, que nadie que estaba en su sano juicio en 1975, se reconocería hoy en el 2025. Solo hemos tenido la desgracia de más de 1000 asesinatos perpetrados por terroristas de ultraderecha, de la extrema izquierda, de los nacionalistas vascos, de los separatistas catalanes, de los separatistas gallegos, y los yihadistas. Mientras unos se dedicaban a matar para imponer su idea de nación (la que sea), otros intentaban crear una nueva España democrática, libre de dictadores y basada en los principios del derecho. En esos años aún se intentaban recuperar uno de los lemas de Franco: Una, grande y libre. Una, porque el Régimen no estaba a favor de la idea de la República de descentralizar el poder administrativo desde Madrid hacia las nacionalidades o comunidades autonomías, Grande, porque lo pretendía era el resurgir del Imperio Español perdido en los doscientos años anteriores e instaurarlo en África, y Libre. Es decir, no estar sometida la nación al comunismo imperante en Europa antes y después  de la IIª Guerra Mundial. No hay que olvidar que el Alzamiento nacional fue la respuesta de una gran parte de los españoles contra el comunismo y el ateísmo. La monarquía fue propuesta por Franco, en contra de muchos de sus seguidores que preferían un Fascismo eterno. Y los españoles, desde el siglo X, siempre han seguido a un líder, normalmente un rey. La República trajo muchas nuevas libertades, pero costó muchas muertes y sacrificios a la España no política: la religiosa y la empresarial. Había que instaurar la monarquía, pese a los desastres que hicieron los Borbones en los 150 años anteriores. Franco miró al futuro y prefirió promover a Juan Carlos antes que a su padre, Don Juan de Borbón. Franco era un dictador, pero no era tonto. Sabía perfectamente como había cambiado los tiempos y sabía (como buen republicano que había sido), que España empujaría el presente para llegar al futuro en un nuevo clima de Paz y esperanza. Por eso abrió las puertas a la democracia y eligió a  los que debían ser los impulsores del trabajo más duro del final del franquismo. Había que disolver el poder fatuo de los representantes en Cortes, disolver a los que mandaban y abrir una época constituyente, Sabia que si no convocaba elecciones, la mayoría social católica, cayada y sobre todo económicamente ya instalada en una incipiente clase media, no aceptaría volver al enfrentamiento entre españoles. Todos habían perdido. Todos lloraban a sus muertos. Había que enterrar los miedos y mirar al futuro con esperanza. Mucho se habla de Franco y muy pocos estudian la sociología de la España de hace 50 años. Si perdiésemos unas horas a leer alguno de los miles de libros que se han publicado sobre España antes y después de 1975, podríamos tener una idea más o menos clara de lo que fue y lo mucho que les debemos a los que fueron capaces de cambiar de un régimen político a otro completamente distinto, sin tener que imponer su modelo con las armas, como lo intentó el comunismo desde 1931. Tal y como hoy, 50 años después, una incipiente y presunta homicida, Ione Belarra, ha pedido en el Congreso que reventemos a la derecha. Ella, que es una iletrada, inculta y comunista, emula a su abuela política, Dolores Ibárruri, quien escribió sus memorias: "El único camino", en las que defiende el uso de las armas para acabar con cualquiera que no pensase como ella, fuera fascista, demócrata o trotskista. Ese tipo de presuntas homicidas, como la Ione, son las que intentó eliminar el régimen. Lo hizo con la ley. Las que aprobaron los franquistas para reventar a sus opositores. Es decir, lo que ahora Pedro Sánchez está haciendo con sus leyes. Es más de lo mismo, los mismos perros sarnosos, pero con distintos collares. Ante un ataque ideológico, uno solo se puede defender con argumentos y con la ley. Si no hay posibilidad de parar el ataque, la historia nos dice que habrá que usar la fuerza. Y eso es lo que preparan los comunistas. Cuando pierdan las elecciones saldrán a la calle para negar los resultados y pedir la revolución contra la derecha. ¡Vaya qué demócratas! Y después, salir a la calle para atacar a los demócratas y usar las armas. Ojalá que los españoles no lo quiera.

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