El Real Mallorca se presentaba en Miranda con el optimismo destilado por el técnico bermellón que el jueves aseguraba que "ahora mismo este equipo puede ganar a cualquiera". Durante los primeros 45 minutos, ni uno tan solo de los aficionados mallorquinistas se creyó tal afirmación.
Sin mucho juego y con mucho orden, el conjunto local se adelantó en el partido cuando solo habían transcurrido 4 minutos, en un saque de córner mal defendido por Yuste, al que se apuntó Timón con un fallo en su salida. Galán aprovechó el primer regalo.
No contento con eso, el Mallorca recogió la situación y durante 10 minutos se pareció un poco al que jugó ante el Llagostera, e incluso dispuso de una ocasión clara de gol, que Arana no supo rematar en un nuevo regalo al equipo local.
No había transcurrido mucho desde ese momento cuando un nuevo error del portero alemán del Mallorca, que no bloca la pelota y la deja franca para que Salinas pusiera el 2-0 en el marcador. Tres regalos y partido encaminado por el Mirandés. Con poco, los locales mandaban cómodamente el partido.
Arana y Company se quedaron en el banquillo de salida en la segunda mitad, y el Chapi Ferrer puso sobre el terreno de juego más dinamita para intentar remontar el partido. Salieron Brandon y Pereyra.
Y las cosas empezaron a cambiar rápido cuando Sissoko recortaba distancias marcando a los 4 minutos tras un pase de Oriol. Era el reflejo de un cambio de actitud de los jugadores mallorquinistas, y de la aparición de Brandon por la banda izquierda, que dio otro aire al ataque bermellón.
La tónica continuó y sobre el terreno de juego de Anduva empezó a aparecer el equipo que se dejó ver tímidamente en Oviedo y de manera más clara contra el Llagostera. Fruto de este cambio de actitud, llegó el segundo y por tanto el empate, de una balón recuperado por Bianchi que cede a Pereyra. éste envía un centro que Javi Ros envía a gol de cabeza ante el error en la salida del portero local.
20 minutos del segundo envite y el Mallorca era otro totalmente diferente al de la primera mitad. Y no se conformó con eso. Siguió empujando ante un Mirandés que no se creía que estuviera jugando contra el mismo equipo.
Aún dispuso el Mallorca de varias ocasiones de gol, pero no pudo materializar ninguna de ellas y se tuvo que conformar con un empate justo, visto que cada equipo superó al otro en una de las mitades del partido.








