El número de centenarios se ha multiplicado por tres en una sola década. Han aumentado un 10% en el último año. Ya se contabilizan 15.000. Llegar a los 100 se está convirtiendo en algo común. No es que haya vida después de la jubilación, es que queda una segunda vida. Queda más, mucho más, de lo que vivirán una amplia mayoría de los que están por nacer en los países pobres. En realidad, a mediados del siglo XIX, un trabajador vivía, de media, 32 años. Algunos países del África subsahariana continúan en rangos parecidos.
La Sociedad Española de Cardiología ha hecho público un estudio sobre los más longevos. La práctica totalidad tienen un familiar de primer grado que ha vivido más de 90 años. Una amplia mayoría han seguido hábitos de vida saludables, antes y después de su jubilación. Es razonable afirmar que, sobre la expectativa individual de esperanza de vida, influye la genética y el estilo de vida.
Sin embargo, este crecimiento explosivo no se podría explicar sin las mejoras de la medicina. Y muy especialmente, por la mejora de las condiciones socioeconómicas. La brecha de más de 50 años entre los ciudadanos de los países pobres y de los desarrollados, no está en el ADN. Ni en su forma de vivir. Fallecen por dificultades de acceso al agua potable, por el hambre y por enfermedades infecciosas. Situaciones, todas ellas, fácilmente superables en un mundo donde es sencillo descontaminar el agua, se producen alimentos suficientes y el precio de los medicamentos esenciales es muy bajo.
Abismales diferencias socioeconómicas se están convirtiendo en la principal causa de discriminación en pleno siglo XXI. Razones de índole económica y social son las que permiten que las personas tengan más posibilidades de vivir.
En general los países menos favorecidos son ricos en recursos naturales pero sufren los estragos de gobiernos depredadores y déficits muy severos en su régimen de libertades.
Los regímenes democráticos, con sus debilidades, dotados de normas de convivencia avanzada, acaban siendo las mejores garantías para la salud de sus ciudadanos. Sin ninguna duda.





