¿A qué juega el PSOE con el turismo?

La contradicción es clamorosa. Mientras el PSIB-PSOE en Baleares se suma al discurso del "decrecimiento turístico", alienta manifestaciones contra el turismo masivo y se alinea con plataformas que demonizan al sector, en Madrid su propio partido celebra con entusiasmo los récords de visitantes.

Incluso el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y su ministro de Turismo, Jordi Hereu, ambos socialistas, no escatiman en euforia ante la previsión de superar los 100 millones de turistas este año. ¿En qué quedamos?

Esta falta de coherencia no es menor. La Asociación Española de Directores de Hotel (AEDH) ha puesto el dedo en la llaga al recordar que el éxito turístico de España —y de Baleares en particular— no es fruto del autobombo político, sino del trabajo silencioso y constante de miles de profesionales. Y tienen toda la razón.

No hay aplauso que valga si, mientras se baten récords de llegadas, y se presume de ello, atribuyéndose el mérito, en Baleares se criminaliza al turista, se elude condenar los actos vandálicos —como hace la secretaria de Estado de Turismo y vicesecretaria general del PSIB-PSOE, Rosario Sánchez—, se autoriza el alquiler de embarcaciones de recreo de uso particular, pero a la vez se lanza el mensaje de que "sobran" visitantes.

El PSOE juega a dos bandas, intentando contentar al votante de ultraizquierda y antisistema con un discurso de decrecimiento que suena bien en las asambleas y redes sociales, mientras a nivel estatal presume de cifras que apuntalan el PIB.

El PSOE juega a dos bandas, intentando contentar al votante de ultraizquierda y antisistema con un discurso de decrecimiento mientras a nivel estatal presume de cifras que apuntalan el PIB

El turismo no puede ser el chivo expiatorio ni el trofeo según convenga. Es una industria vital que requiere planificación, respeto y estabilidad.

Y el colmo de la contradicción socialista, que ha de interpretarse como una broma de mal gusto por más que venga del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es que el líder del PSOE anime a abrir Baleares a nuevos mercados, como el asiático. Mientras aquí su formación apuesta por el decrecimiento turístico, Sánchez pretende que vengan más turistas, aunque sea de China. Será interesante oír a Iago Negueruela, portavoz parlamentario del PSIB, defender la medida.

Baleares necesita medidas de gestión, no demagogia. Regular flujos, sí. Mejorar infraestructuras, también. Pero nunca desde el desprecio ni la incoherencia ni las ocurrencias. El turismo no es un enemigo a batir, es el motor de nuestra economía. Y si hay que corregir excesos, se hace desde la seriedad, no desde el populismo.

La doble moral socialista no engaña a nadie. O se está con el turismo —de verdad—, o se está en contra. No vale nadar entre aguas según sople el viento. Y no se puedeN enorgullecerse de la buena marcha de la industria turística, a la vez que se alienta la turismofobia, como hacen los socialistas de Baleares a la mínima oportunidad.

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