Una ciudad que recibe cada año cerca de nueve millones de turistas, no puede ofrecer un servicio de autobús al Aeropuerto como el que ofrece en estos momentos la ciudad de Palma.
En verano, el trolebús palmesano es una lata de sardinas dónde los residentes y turistas experimentan esa sensación que uno creía sólo poder experimentar en Países más al Sur.
Brazos pegajosos apelotonados dentro de la lata que cuelga el cartel de “completo” con demasiada frecuencia. Turistas estoicos amontonando sus maletas para volverlas a retirar de inmediato al llegar a su parada, por el simple hecho de que, con la maleta a cuestas, no consiguen llegar a la puerta de salida.
El trolebús de Palma nada tiene que ver con el Aerobús de Barcelona. Allí, sales del Aeropuerto y siempre está ese autobús en la puerta, entras, y siempre puedes sentarte, te sientas, y siempre sale antes de que transcurran cinco minutos. Cinco euros es lo que cuesta pero lo amortizan sobradamente, porque la gente, con todas clases de perfiles, es fiel a ese Aerobús que si funciona. Y los anunciantes que durante el trayecto presentan sus productos o servicios en las pantallas interiores, sufragan parte del gasto del concesionario, a la vez que informan (cosa que se agradece), a los turistas que visitan por primera vez la ciudad.
Nuestro aerotrolebus no lleva explicaciones de ningún tipo. No alienta a visitar espacios destacados de la Ciudad, no promociona absolutamente nada más que la prisa por llegar a un Aeropuerto que parece estar instalado en el fin del mundo, porque nunca se llega a él.
Un Destino debe promocionarse como un todo, con la excelencia como marca, desde el primer minuto hasta el último. Y no sólo por los turistas que nos visitan sino por nosotros, los mallorquines, los que utilizaríamos más ese trolebús, si no fuera porque nos sentimos Los Picapiedra.
Aún así pienso seguir utilizándolo, porque tengo la convicción de que tarde o temprano se aumentarán frecuencias en verano, se instalarán pantallas informativas y promocionales, se modernizará su interior publicitario, y en definitiva, el aerotrolebus de Palma, será algún día, el servicio que merece una ciudad como la nuestra.
