Ayer por la mañana, mientras iba en el coche, escuché al ministro Blanco anunciando que había “adotado” el acuerdo de privatizar las torres de control para introducir competencia, entre ellas Ibiza. ¿Competencia en las torres de control? Ustedes verán: para mí la competencia -el juego entre la oferta y la demanda- sólo se produce cuando uno puede elegir, cuando uno tiene alternativas. Pero yo no me imagino viniendo en un avión desde Madrid y, a poco de llegar a Ibiza, que el piloto le pida un presupuesto a las torres de control. “O me haces un descuento o me voy a la otra torre”, mientras en la radio los controladores de la competencia llaman para ofrecer precios más baratos. Yo soy un humilde profesor, y muchas veces no llego a eso (a humilde quiero decir), pero no puedo entender que vaya a haber competencia entre las torres de control. No me imagino un mailing de las torres a las compañías aéreas o que estas digan “vuela con nosotros que usamos el mejor control aéreo”. Uy, todo esto tiene mala pinta. ¿Qué es lo que tal vez quiso decir Blanco? Que iba a privatizar la dirección de la torre de control. Bien, esto es posible. Como se ha privatizado la gestión del Hospital Son Espases. Esto sí. Pero de ahí a hablar de competencia, va un trecho. ¿Qué opciones van a tener los ibicencos? Ninguna, tendrán que pasar por las condiciones que ponga la empresa privada que se haga con la concesión. Y ¿cómo se va a dar la concesión? Pues ustedes se lo imaginan: estrictamente al mejor postor. Ni hablar de aprovecharse de que, por ser un negocio de por vida, con una clientela cautiva, que no puede elegir, se lo vayan a dar a un amiguete. Esto queda descartado en este país. No quiero pensar ni darme cuenta de que ahora, además de pagar los salarios de los controladores -porque estos siguen- vamos a tener que pagar los beneficios de la empresa intermediaria. No, no quiero pensar. No, no pienses Pauet que siempre te ha ido mejor sin pensar.





