Antich prometió ayer que si gobierna no va a tocar los servicios sociales, creyendo de esta forma que está prometiendo algo positivo. En realidad, lo que dice Antich carece de valor porque el problema de los servicios sociales no es si tiene o no la voluntad para mantenerlos, que no dudo que la tiene, sino en si tiene o no el dinero para financiarlos. Zapatero, por ejemplo, tenía el deseo de mantener las jubilaciones, la ayuda maternal y lo que hiciera falta. Pero no es eso. Si la gestión del Estado, si la gestión de lo público es tan catastrófica como la que ha llevado a cabo este país y esta autonomía en los últimos tiempos, no queda ningún margen de maniobra: simplemente se acaba el sistema de bienestar, se acaban las empresas públicas, incluso las que son útiles y necesarias. El voluntarismo acaba cuando hay que echar mano a la cartera.





