Hablar de vacaciones en una Comunidad Autónoma como la nuestra es algo más que natural. De hecho, vivimos esencialmente de las vacaciones…de los demás. No obstante, y aunque para muchos de los que viven en nuestro archipiélago estos son los meses de la verdad, no es menos cierto que otros tantos nos hallamos a las puertas de unos más que necesarios días de asueto, reparadores, imprescindibles para acometer los retos futuros.
Es en esos días previos a las ansiadas vacaciones cuando todo se acumula, cuando los papeles parecen reproducirse por generación espontánea y el teléfono no deja de sonar. Es en esos momentos cuando hay que cumplir plazos improrrogables y cuando todo depende, cómo no, de esa última semana de trabajo. Pero sabemos que aunque esto sea así, cumpliremos. Por poner un ejemplo, en nuestro caso concreto de la UIB, los alumnos han dado lo mejor para afrontar los exigentes exámenes de la convocatoria extraordinaria de julio. Han finalizado agotados, pero lo han hecho. Y nosotros, los profesores, debemos estar a la altura, corregir, entregar actas y preparar todo el material para el curso que viene. Ya se ha abierto el periodo de matrícula para los alumnos de nuevo ingreso en la Universidad y todo tiene que estar listo. Los nuevos miembros de la comunidad universitaria deben tener a su disposición toda la información sobre sus estudios, horarios, cronogramas y exámenes del curso que todavía no ha empezado.
Todos nos esforzamos, todos apretamos los dientes en los momentos difíciles para que el resultado sea el mejor. Y eso lo hago extensivo a todas las áreas y a todos los sectores de la economía de nuestro país. Porque aunque el Ecofin apruebe sancionar a España por incumplir el déficit, que nadie se engañe…hemos hecho grandes esfuerzos como país, como economía, para salir de una situación que era francamente complicada. Sinceramente, creo que hemos dado toda una lección de cómo sufrir una crisis, levantarnos y situarnos poco a poco en el lugar que nos corresponde como potente economía dentro de la UE. Claro que no ha sido fácil, por supuesto que se ha sufrido…y mucho, pero creo que ha merecido la pena. Y lo hemos hecho sin corralitos, sin intervención y sin “Spainxit”.
Ahora solo queda esperar que nuestros representantes políticos están a la altura de estas nuevas circunstancias. Personalmente, sigo confiando en ellos, aunque los hay que han dado alguna que otra razón para opinar lo contrario. Me niego a generalizar y extender la plaga de la corrupción a todo un colectivo que, en su mayoría, piensa en defender el interés general. Soy de los que piensa que hay buenos y malos profesionales en todas partes, y por tanto, hay políticos excelentes, del mismo modo que contamos con ladrones que, aprovechándose del sistema y del opaco funcionamiento de los partidos políticos, nos han hecho muchísimo daño a todos. Contra todo eso debemos ser implacables. Nuestra democracia así lo exige.
Esta crisis que hemos atravesado y los incontables casos corrupción han provocado la ruptura del clásico bipartidismo que venía marcando la agenda de la política española desde la transición. Lo cierto este fenómeno debe considerarse una buena noticia para nuestro país. Era necesario que otras corrientes, otras formas de pensar y otros modos de hacer política tuvieran cabida en unos momentos de tantos cambios. Y el pueblo ha hablado…y por dos veces…
Ahora llega el momento de formar gobierno y dejar de mirarse el ombligo. Sinceramente, creo que a la vista de los resultados de las elecciones del pasado 26 de junio, y teniendo en cuenta el punto de partida de los vistos el 20 de diciembre de 2015, contamos con un partido que debe formar gobierno. En minoría, por supuesto, pero debe formar gobierno. No podemos permitirnos el lujo de abocar a nuestro país a unas terceras elecciones generales. Menudo sainete. Es en estos momentos cuando los principales representantes de los partidos políticos deben estar a la altura democrática del país en el que han sido elegidos. No nos quepa duda que se ha abierto un nuevo ciclo político en España. Habrá que negociar, habrá que pactar, habrá que sacrificar determinadas políticas para alcanzar acuerdos y habrá que empezar a borrar tanta línea roja estéril carente de sentido.
Lo dicho, son momentos en que todos deberán poner de su parte, como hacemos todos en nuestros trabajo, con nuestra familia o con nuestros amigos. Hay que hablar, transigir y negociar. No hay otra salida. Seamos conscientes y pongámonos manos a la obra. Es cuestión de querer y…apretar los dientes.