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Fue el filósofo francés Rousseau quien nos dejó la siguiente perla, «Prefiero ser un hombre de paradojas que un hombre de prejuicios» y sin lugar a dudas nuestro enfático presidente Sánchez es su discípulo aventajado. Puntualizando que, prejuicios, pocos por no decir ningún. Evidencia de ello fue el aceptar el
Palabra mágica que se usa entre los políticos tanto para un barrido como para un fregado. «Decíamos ayer…» que el pacto para la composición del CGPJ, era un acto de responsabilidad que permitía dejar en el saco de las promesas incumplidas su despolitización, tanto en socialistas, como en comunistas, como
No sorprende que Iglesias esté convencido de que poder y ley son sinónimos (contradiciendo a Cicerón), axioma compartido a pies juntillas por su sirviente, Pedro Sánchez. Durante años, desde el limbo o desde la oposición política los dos se han hartado de despotricar contra el sistema de elección del CGPJ.
De ella se hablaba por allá el 36, como una hijuela de las dos Españas que se enfrentaban. Y, a todas luces, cabe repetir esa llamada en los tiempos actuales. Contemplar como una esencia política se presenta en Alsasua a defender la Constitución y es recibida por «miles» de «aterrorizados»
Resulta francamente inaudito que España esté viviendo en las actuales circunstancias, sin que se produzca movimiento alguno en los medios más allá de algún escrupuloso lamento, tímida protesta y vergonzante denuncia. Hay que ser muy valeroso para ponerse en medio de esta piel de toro y defender públicamente lo que
No cabe duda alguna; usar tal término de poco servirá, excepción hecha del goce que pueda producir teclearlo. Para empezar, es casi una perogrullada decir que estamos en manos de un gobierno esclavo de su ambición y por lo tanto servil a esa codicia. Aunque, es dado no callar el
«Ya sabemos que la mentira es nuestra principal arma», le susurraba Lenin al padrecito Stalin. Y tal afirmación continua vigente entre las filas del socialismo impuesto por el rey de la mentira, Sánchez. Entró en la Moncloa cabalgando a lomos de una promesa, convocar elecciones, su primera mentira de una
Parece ser que todo tiene su momento. Y el tiempo de reír, según todos los indicios, ya pasó. Ahora ha llegado el tiempo de, simplemente, aguantar. El gobierno «bonito» de hace ya más de cien días, se ha ido desvaneciendo, empero ser «un equipo de granito», según la ministra Celaá.
Inaudito, en cierta medida, que un político sea recriminado en sus actuaciones con un calificativo cual «imbécil». Pero…, si Zapatero no ha brillado precisamente por su magnificencia intelectual, el presidente Sánchez y sus ministras y ministros, no le anda a la zaga en su infructuoso deseo de trasladarle a la
Cien días. Según parece es el plazo en el cual el hombre de la Moncloa y su gurú, el Iván, estiman que ya da pie para una celebración conmemorativa de los grandes logros que han visto la luz durante tal período. Normalmente, los políticos a la hora de hacer balance
Visto lo visto, y lo que se anuncia, puede llegarse a la conclusión de que ninguno de los dos co – gobernadores, Sánchez e Iglesias, en su esencia son Francófobos. A ellos, lo de la momia de Franco les importa solamente en la medida en que pueden gritarlo en alguna
Un amigo chileno me comentó días atrás que fue la Bachelet, socialista por más señas, quién proclamó que Chile vivía, gracias a su gobierno, una «democracia distinta». Y ahora, el estirado Pedro Sánchez nos anuncia que se aproxima, gracias a su gobierno, una nueva versión; la «democracia totalitaria». En este