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Soy mentiroso. Terriblemente mentiroso. Soy un mentiroso compulsivo. Soy de los que creo que la mentira es la gran defensa de la civilización y, a la vez, el adalid de la cultura. Soy un apasionado de la mentira, porqué entiendo que la ocultación de la verdad frena las convulsiones psíquicas,
Puede que con la edad -lo admito- me haya vuelto un abuelo “cebolleta” cascarrabias, gruñón y quisquilloso. En todo caso, no sería nada rara esta actitud tan típica y tópica característica genuina de la vejez. Me siento, pues, inserto en la mayor de las normalidades. Debido, pues, al cambio que
Regreso a Madrid, después de unos cuantos meses de ausencia. Lo primero que me llama la atención al salir del tren y recorrer algunos pasillos es la antigua estación de Atocha (preciosa remodelación de los antiguos andenes; ejemplo de cómo una instalación obsoleta desde el punto de vista práctico se
En mis años mozos, allá por la oscuridad de los tiempos, la modernidad sólo alcanzaba a asomar la cabeza. Mis abuelos (mis abuelas, porqué a mis dos abuelos les mató la guerra y una angina de pecho, respectivamente) vestían de luto riguroso. Como los teléfonos, como el Régimen, como el
Queridísimas y nunca excesivamente ponderadas mascarillas: Tengo a bien dedicaros este humilde papel virtual, justo en la hora en la que estáis a punto de desaparecer de nuestras vidas, de nuestra intimidad, de nuestro rostro, de nuestro carácter. A vosotras, a todas, a las reutilizables (UNE0064-2020), a las no reutilizables
Puede que, ni buscándolo concienzudamente, no encontrásemos otro lugar común tan primoroso como el de hablar, o escribir, de o sobre la primavera. Llega a ser tan sudado este ejercicio que, incluso los más horteras y chabacanos amantes de la escritura, han dejado de parir variaciones y elucubraciones sobre el
Estoy hasta las mismísimas narices de la utilización general y universal de la palabra “tópico”, en sentido altamente negativo. Se acabó lo que se daba! Observar a cualquier hijo de vecino que, con gesto despectivo y voz engolada, te recrimina, sin tapujos, una determinada aportación en una conversación humana, exclamando:
Ante todo, deseo pedir sinceras disculpas a mis amables lectores por la, seguramente, exageración en el uso, en este humilde escrito, de paréntesis y guiones que no significan nada más que un intento de transcribir mi realidad desde el verbo (lo oral) a la aplicación de letras para su expresión
Estoy viendo, estos últimos días, una gran variedad de imágenes (fotografías y vídeos) que, la verdad, me ponen a parir (bueno, claro, es una manera de hablar -o de escribir- dada la imposibilidad racional de tal acción). Las citadas imágenes muestran masas ingentes de personas, mayormente pertenecientes a la etapa
Ha sido una tarde de primavera, con un sol brillante luciendo sus mejores galas en un firmamento de un azul que, sin titubeos, mostraba la perfección del Cosmos en clara comparación con la miseria humana. Me fui aproximando a mi punto de destino con un cierto recelo y un algo
…corazón que no siente”, reza el refranero español, tan sabio, él, siempre. El sentido de la frase popular se refiere, mismamente, al hecho de que las personas no sufren (o no sufren tanto) por aquello que no saben. En el principio de los principios, la susodicha expresión se utilizaba en
En entrando, ya, en lo que parece ser la fase terminal de la puta pandemia vírica que nos ha estado azotando, con crueldad y alevosía, durante más de un año del Señor, viene siendo hora de que enviemos al estercolero de la historia algunas de las bobadas que nos han