Autohomenaje nasal

No fui agraciado por Dios nuestro Señor con un físico ejemplar, es decir, que el aspecto físico que me ha correspondido y acompañado toda la vida no es, precisamente, un modelo de belleza positiva. Eso sí, muchas personas -a lo largo de mi trayecto vital- me han comentado que poseía un cierto atractivo. No vean, por favor, ni una pizca de petulancia en esta observación. Tengo, por qué no decirlo, una nariz que bordea la perfección. Contiene unas proporciones brillantes, ni grande ni pequeño, ni estrecho ni ancho, ni blando ni huesudo, sin ninguna malformación escandalosa. Goza, mi nariz, de todo lo que tiene que tener un apéndice nasal como mandan los más óptimos cánones griegos. De hecho, mi nariz ha recorrido los cinco continentes y todavía no ha llegado la hora de oír algún comentario desagradable sobre su manera de ser. Los chinos, por ejemplo, tienen la curiosa costumbre de mirar a las personas directamente a la cara, sin concesiones a la clásica vergüenza. Pues bien, jamás un indígena amarillo me ha soliviantado con alguna frase sobre mi protuberancia facial. Quien calla…otorga. Disfruto, pues, de una nariz prácticamente excepcional, incluso en su funcionamiento interno. Aunque esto último pertenece más al mundo mecánico que al puramente estético. Deseo, desde esta tribuna, agradecer públicamente a mi padre tamaña aportación. No es que mi madre no participara en mi creación general, pero lo cierto es que, en este caso concreto, el que se lució fue mi progenitor. Sin ningún género de dudas. Uno de los primeros comentarios que recuerdo sobre mi persona es el que me ofreció una tía materna que manifestó sin vacilaciones: “¡este niño tiene una nariz preciosa!” Y es que, la verdad, si mi nariz esconde una elegancia congénita e incontestable no es precisa modestia alguna para cantar sus excelencias. Como agradecimiento, le regalo –a mi nariz, claro- sesiones aromáticas de alto rango, normalmente de tipo culinario: langostas frescas, sopitas de tomillo, el mejor foie gras trufado de las Landas; caviar de Ucrania, esclatasangs de Mancor de la Vall, faisanes con vinos Riesling, etc. Me siento orgulloso…de mi nariz. ¡Para qué negarlo! Ella, con suma sencillez, me ha brindado mis mejores conquistas modestamente eróticas y sin ella nunca habría podido gozar de las esencias más íntimas. ¡Gracias, tía!

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias