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Soy un “simétrico” de padre y muy señor mío; o, si lo prefieren, de tomo y lomo. Bueno, aclaremos algunos conceptos: no es que un servidor sea “simétrico”, que también (a pesar de tener una oreja más alta que la otra; o una más baja que la otra, como gusten),
Les voy a contar a ustedes, amables lectores, algo insólito que me ha ocurrido este pasado fin de semana. De entrada, algunas precisiones necesarias para comprender la magnitud de mi sorpresa. Resulta ser que, desde mi más tierna infancia, siempre había creído que lo de las Islas Canarias era un
Como de costumbre, me siento en mi mesa de trabajo (la mesa de mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo) donde tengo instalado mi ordenador; en este caso concreto, mi desordenador. La felicidad de la rutina, cuando todo funciona correctamente, que no es el caso. La desesperación de la sorpresa