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Autorización expresa

Por Agustín Buades
domingo 25 de abril de 2021, 02:00h

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La impartición en los centros escolares del programa de educación sexual “Amb tots els sentits” que incluye los siguientes temas: cambios en la pubertad y la adolescencia, la sexualidad y las redes sociales; los afectos sexuales y la autoestima; las relaciones sexuales, las infecciones de transmisión sexual y el embarazo; y la relación de pareja, la relación tóxica y la violencia en la pareja, se debe realizar sin vulnerar los derechos de los padres a educar a sus hijos.

Ante esta controvertida asignatura de educación sexual propuesta para los colegios públicos se tendría que asegurar que los contenidos de esta materia pueden llegar a vulnerar los derechos de los padres.

Entre otras cosas, este programa propuesto a los chavales puede que se les proponga que se olviden de lo que han aprendido hasta ahora sobre el sexo (lo que incluye las lecciones paternas) para “reaprenderlo” de boca de sus profesores, o se les informa con diversos materiales sobre conductas que seguramente desconocen los propios padres.

Es cierto que la administración tiene una legítima preocupación respecto a la salud pública de sus ciudadanos, pero ¿hasta qué punto puede tomar partido por una visión controvertida de la sexualidad? Porque el efecto de tales lecciones tiene más que ver con promover cierta ideología sexual entre los jóvenes que con proteger su salud.

¿Debería el Govern forzar a los padres –al menos, a aquellos que no pueden pagar un colegio privado– a enviar a sus hijos a clases que pueden contradecir sus convicciones morales y religiosas en cuestiones que afectan a su intimidad y su conducta personal?.

Semejantes medidas vulneran los derechos de los padres. Precisamente porque los hijos llegan al mundo en un estado de necesidad absoluta, los padres tienen la obligación de ayudarles a alcanzar la madurez; lo que supone atender a sus necesidades físicas y emocionales, pero también a su desarrollo intelectual y moral.

Dado que los asuntos relativos a la moral y a la religión son particularmente delicados, en último término es responsabilidad de los padres –aunque pidan ayuda– formar a sus hijos en estas materias.

Esta responsabilidad de los padres (y la libertad para educar a sus hijos en las convicciones morales que estimen oportunas) es algo tan íntimo y sagrado como el derecho a practicar una religión. Por eso informar a los niños en cuestiones de conciencia y contra las convicciones de sus padres es algo muy grave y que debe ser informado con anterioridad a esos mismos padres.

El Govern tiene un interés legítimo en reducir los embarazos adolescentes y la expansión de las enfermedades de transmisión sexual. Pero eso no convierte en incorrecto ni en irracional el empeño de los padres por preservar la conciencia de sus hijos preadolescentes ni por limitar el control del Estado sobre lo que sus hijos aprenden y piensan en materias morales delicadas. Al revés: eso es exactamente lo que se espera de unos padres que quieren cumplir de lleno con sus deberes y ejercer sus legítimos derechos.

Por todo esto los padres tienen el derecho a que haya una autorización expresa , con un modelo escrito y firmado al modo del que se hace para salir de excursión, para que cualquier alumno asista a dichas clases de educación sexual

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