El exdelegado de Hacienda en Balears Raul Burillo ha dejado en ridículo el cartel propagandístico de su propio partido "X", que le presenta como el gran destapador de escándalos como los casos Nóos, Matas y Urdangarín, al afirmar, en persona, que este mérito tiene que atribuirse a muchos profesionales, desde sus compañeros de Hacienda a las fuerzas policiales, y no a su única iniciativa.
Ahora que Burillo ha dejado de lado el interés general como alto funcionario del Estado y se ha metido de lleno en la lucha partidista, convendría, en primer lugar, que se olvidase de sus hazañas de cuando estar al frente de Hacienda en Balears y segundo, ahora que ejerce de político a pecho descubierto, que procure no dejar en ridículo a su propio partido.
No estamos hablando de minucias, sino de cuestiones que han dejado boquiabierta a la sociedad española. Se trata de la imputación de la hija y el yerno del Rey y de casos que han acabado en la imputación y varias condenas del expresidente de Balears y exministro de España.
Convendría que Burillo no entrase en contradicciones en asuntos tan delicados, que incluso afectan al prestigio de la Comunidad Autónoma balear y al Estado. Si ahora deja en ridículo a su actual partido al contradecir su propaganda, ¿es posible confiar en su seriedad cuando era delegado de Hacienda?
Burillo debe muchas explicaciones a la sociedad, sobre todo ahora que aspira a hacer carrera política. La primera es saber quien dice la verdad, si los carteles propagandísticos en los que aparece su nombre y foto (se supone que tienen su visto bueno o sería muy poco serio que no lo tuvieran) o lo que él ha afirmado posteriormente, desmintiendo o desdibujando los mensajes de su propia formación. En conjunto, este esperpéntico capítulo será lo que se quiera menos serio. Es más, roza la comicidad.
