Cuando se realizan demoscopias sobre las preferencias políticas de los ciudadanos suele omitirse una variable muy subjetiva pero también determinante a la hora de depositar el voto en la urna. Esta variable la podemos definir como “despertar inclinación afectiva”, o, en román paladino, “caer bien”. Este hecho marca muchos sufragios, puesto que, como personas, es difícil que desliguemos el componente emocional.
Pondremos dos casos prácticos. En su momento, a la hora de elegir el sucesor de Aznar, se postulaban los nombres de Mariano Rajoy y Rodrigo Rato. Ganó el primero y no porque se le suponiesen capacidades intelectuales o resolutivas muy superiores a las de su rival. Lo mismo pasó con Joaquín Almunia y Josep Borrell. Es verdad que en ambos casos los apoyos de los fontaneros de partido son muy importantes, sin embargo, por algo será que los triunfadores de ambos procesos (Rajoy y Borrell) eran los preferidos por la ciudadanía fuera de sus respectivos partidos.
¿Qué cualidades provocan que una persona caiga bien? Para responder a esa pregunta podemos tomar el ejemplo del presidente en funciones del Govern José Ramón Bauzá.
No dudo que Bauzá despierta simpatía en un cierto entorno cercano a él, sin embargo, no se ha caracterizado por ser el presidente del Govern que mejor “ha caído” entre los ciudadanos. Puede que en ello haya influido el carácter mallorquín -ese genuino talante que se impregna a todo aquel que se decide a vivir y convivir en nuestra isla- al que no le gusta todo lo que resulta estridente o fuera de lugar. El mallorquín -en sentido amplio- recela de quien parece que viene “a leernos la cartilla” o a cambiarnos radicalmente el modus vivendi, de ahí la expresión “aquest que s’ha pensat”, y alterar cuestiones que a priori son pacíficas entra dentro de la categoría de “fer de xulo”.
Simplemente, no nos gusta que nos traten de tontos. Mirar por encima del hombro no es lo más recomendable, y parapetearse de las opiniones contrarias denota falta de autoridad. Las mayorías absolutas son malas consejeras.
Se puede pensar que el “caer bien” es un hecho que se produce instintivamente sin que medien aspectos objetivos o valores empíricos, sin embargo, ¿Se puede decir que Bauzá “cae” igual ahora que en el año 2011? Tendríamos que hacer una encuesta para responder a esa cuestión, aunque se puede intuir el resultado.
Y ojo, también cabe tener en cuenta la imagen física que proyecta una persona. Por lo general, no caen bien los “estufats” ni los “polls entrats en costura”. Cuestión de idiosincrasia.