Consciente de que las cifras de empleo sí tienen efecto sobre la conciencia de los votantes, el Govern trató ayer de hacer pasar desapercibidos los terribles datos de empleo que presenta nuestra comunidad en este final de temporada.
Negueruela se justificó señalando que nuestro modelo económico "ha tocado techo", y lo hizo ocultando un incremento del desempleo del 15,3% en tan solo un ejercicio, dato porcentual solo equiparable a los cosechados durante lo más profundo de la pasada crisis.
Aunque Balears siga siendo una de las comunidades con una tasa de desempleo más próxima a la media europea, lo cierto es que cada vez que en Madrid gobiernan los socialistas nuestra economía frena en seco y el empleo se resiente. Y, si se da la conjunción astral de gobiernos progres en la capital y en nuestra comunidad, el efecto se multiplica. Se trata de un clásico que los gobiernos de izquierdas se empeñan en consolidar, el adagio de que la derecha maneja siempre mucho mejor la economía. Los gobiernos supuestamente progresistas se pierden en una maraña de medidas simbólicas y de calado netamente ideológico y se olvidan de gestionar.
La política espectáculo consiste en camuflar los preocupantes datos económicos -que nos afectan a todos- con medidas inocuas para la inmensa mayoría de los ciudadanos, pero que tienen un enorme impacto mediático. Véase, si no, toda la escenificación que el conseller de trabajo ha llevado a cabo con el asunto de Thomas Cook con la grosera connivencia del diario de cabecera del PSOE en nuestra comunidad. Mucho ruído y ninguna nuez para el futuro de los trabajadores.
Cambiar de modelo económico es algo que suena muy bien, pero que resulta materialmente imposible. Los baleares no vamos a montar fábricas de maquinaria pesada, abrir minas de cobalto, ni implantar el cultivo intensivo del aguacate. A lo sumo, se podrán explorar algunos nichos de empleabilidad en materia de nuevas tecnologías e investigación que puedan dar ocupación a una cierta cantidad de jóvenes preparados, pero de ahí a sustituir el turismo por otro sector líder media el abismo que separa la verdad de la mentira electoral.
Camuflar el fracaso puede ayudar a superar un próximo trance en la urnas, pero es, a medio plazo, el más seguro pasaporte a la oposición.
