A finales del pasado mes de junio y en el vuelo de vuelta de la visita a Armenia, la primera nación en proclamarse cristiana en el mundo en el 301 d.C., que realizó el Papa Francisco le preguntaron acerca del viaje que tiene previsto a Lund, Suecia, para conmemorar el quinto centenario de la Reforma Protestante y si podría ser retirada la excomunión de Lutero de 1521.
Entre otras cosas el Papa contestó: “Yo pienso que las intenciones de Martín Lutero no eran equivocadas. Era un reformador. Tal vez algunos métodos no eran correctos …. en ese tiempo la Iglesia no era precisamente un modelo a imitar. Había corrupción en la Iglesia, había mundanidad, apego al dinero, al poder, y por esto él protestó”.
Sin dudar del conocimiento que tiene el Papa del estado actual de su iglesia, afirmar que en 1521 había corrupción, mundanidad, apego al dinero, al poder, como si ahora la iglesia católica de la mano de los que se supone que son los pastores de las ovejas (obispo bíblicamente significa pastor) fueran unos modelos a imitar, si se sigue la azarosa vida de los últimos tiempos del actual obispo de Mallorca, por no referirme a la obscenidad que representan algunas de las suntuosas viviendas, espectaculares áticos, con mogollón de personal de servicio, en las que habitan algunas cardenales y arzobispos católicos, por no ser repetitivo; como mínimo es dudoso.
Según la primera epístola a Timoteo, 1 Timoteo, Capítulo 3, recoge los requisitos de los obispos: “Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; que no sea dado al vino ni amigo de peleas; que no sea codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad; pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?; que no sea un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo”.
Estas estipulaciones son seguidas por todas las confesiones cristianas. Lo único que varía es la posibilidad de contraer matrimonio, la cual es negada en las iglesias católica, ortodoxa y copta, entre otras.
Siguiendo los consejos paulinos a Timoteo, en su canon 378, establece que, para la idoneidad de los candidatos al episcopado, se requiere, entre otras condiciones, que el interesado sea: Insigne por la firmeza de su fe, buenas costumbres, piedad, celo por las almas, sabiduría, prudencia y virtudes humanas, y dotado de las demás cualidades que le hacen apto para ejercer el oficio de que se trata y de buena fama.
Recordando el affaire del obispo con una ayudante a la que regaló un anillo, según el mismo confesó cuando, al mismo tiempo, negó estar enamorado de su antigua colaboradora y explicó que los anillos que se habían intercambiado habrían sido un regalo hecho con una finalidad religiosa, después de crear ambos un grupo de oración, integrado únicamente por sus dos creadores, siguiendo al pie de la letra la frase del Papa Juan Pablo II: “La familia que reza unida, permanece unida”. No parece muy apto para detentar el cargo que detenta según el Código de Derecho Canónico de 1983.
En estos últimos días, las monjas Jerónimas han acusado al mismo obispo de "apropiarse ilegítimamente" de su monasterio por "codicia" y han denunciado ante los tribunales que el obispo Javier Salinas les tendió una "trampa" para quedarse "las llaves" del convento de Sant Jeroni de Palma tras su traslado al de Inca, acusando al Obispado de "prepotencia".
Como consecuencia del traslado de la comunidad se destapó que, el histórico inmueble que habitaban, el monasterio de Sant Jeroni en la Porta des Camp, “un fabuloso inmueble, radicado en un enclave inmejorable del centro histórico de Palma, con vistas al mar y, sin duda, de grandes potencialidades especulativa”, no figuraba a nombre de nadie en el Registro de la propiedad, lo que destapó la “codicia” del obispo y movido por su “mala fe” y “vileza” el Obispado lo inmatriculó a su nombre, según reza en la demanda interpuesta por las monjas, las mismas que hace ya dos años habían pedido las correspondientes certificaciones al obispado para poderlo inscribir a su nombre ante el registro, sin recibir contestación.
Me pregunto que cuáles son las condiciones que adornan a semejante pastor para que siga adelante con su tarea.





