Montar follón con la elección de alcaldesa en Alcúdia es ridículo, por mucho que sea un caso de inconfundible transfuguismo. Pero el transfuguismo no es un mal en sí, sino que depende. En primer lugar, depende de a quién beneficia. El transfuguismo que beneficia a un partido, no es criticado por este. Botón de muestra: ¿no es transfuguismo que Fina Santiago siga de consellera después de abandonar su partido, Esquerra Unida? ¿Es que el PSM no se entera de que ni más ni menos que una consellera, elegida en las listas de otro partido, ocupó su cargo tras abandonar su partido? ¿Usar el voto de Tomeu Vicens para aprobar los Presupuestos, incluso en tiempo de descuento y con el hombre casi ya vestido de rayas para entrar en la cárcel? ¿No es transfuguismo apoyar el hospital de Son Espases que no harían jamás? Si es indigno que García pacte con el PP en Alcúdia ¿qué es que el PSM pacte con el PP en Alaró o en Sant Joan? ¿O es que es transfuguismo sólo cuando se le ocurre a un líder local y no a los jefes de Palma, que están en contacto directo con la Verdad? Segundo, depende de algo que todos entendemos: ¿se va a quedar García con urbanismo? ¿Estamos ante una mujer que, como en infinidad de casos, incluso de los que son aplaudidos a rabiar, ha ido a enriquecerse? En estos momentos, poco hay que rascar en Alcúdia y mucho menos en Servicios Sociales. Más bien dolores de cabeza. El problema de Alcúdia, que es claramente transfuguismo, se reduce a ¿cómo puede García pactar con los dos partidos a los que ha criticado en su campaña electoral? ¿Cómo puede García decir que es la hora de cambiar doce años de desgobierno en Alcúdia -siempre UM y PSOE- y cuando salen los resultados, hacer exactamente lo contrario de lo que prometió? ¿Cómo puede García pactar con los partidos que han tenido una fortísima caída en los apoyos y demostrar que no ha sabido leer el mensaje de las urnas? Este es el problema. Tal vez García ha sabido leer mejor las urnas que no en Palma.
