No es preciso ser un experto en ingeniería del tráfico para darse cuenta de que los planes del Ajuntament de Palma de impedir la entrada de vehículos desde el Passeig Marítim (ahora llamado oficialmente Avenida Adolfo Suárez) hacia el Passeig Antoni Maura supondrá un auténtico caos circulatorio de acometerse, tal y como se ha anunciado, en pleno mes de julio y concretamente el próximo martes día 12. Solo hay que ver cómo se pone la ciudad cuando hace algo de mal tiempo y todos los turistas de Mallorca acuden a la capital, para darse cuenta de que estas fechas no son las más idóneas para hacer cambios circulatorios que ahondarán en el caos. Pero como es costumbre en el equipo de gobierno municipal, donde por más que se presuma de lo contrario nada se consensúa ni es motivo de diálogo con el resto de fuerza políticas ni con los colectivos vecinales, al concejal del ramo Juan Ferrer, se le ha antojado convertir la capital en una ratonera intransitable y no se hable más. Desde luego que nadie niega al equipo de gobierno de Cort que lleve a cabo las reformas necesarias para cumplir con sus compromisos electorales sobre movilidad sostenible, pero hacerlo en pleno mes de julio cuando la capacidad de las vías está a tope, es una barbaridad de incalculables consecuencias. Pacificar las calles del centro de Palma no es mala idea, pero hacerlo de golpe y porrazo, sin ofrecer alternativas y en plena temporada alta es una aberración de la que alguien tendrá que responder si sucede lo que cualquiera con ojos en la cara y un mínimo de sentido común puede pronosticar.
