Esa semana, los precios de la electricidad en España han marcado cinco récords históricos en cinco días consecutivos, sin que se intuya un cambio de tendencia a corto plazo. El coste para familias y empresas es exagerado, en plena ola de calor y en un escenario de tímida recuperación económica que, precisamente por la subida descontrolada del recibo de la luz, podría verse seriamente afectada.
La subida de la electricidad -propiciada por la particular estructura de la factura en España, con asunción de costes y compensaciones que no tienen que ver directamente con el consumo de cada cual- tiene un impacto que repercute en los precios de muchas actividades y transacciones. Que, de la noche a la mañana, la electricidad sea más cara implica que muchas empresas tengan que repercutir ese coste imprevisto en sus productos, desde las compras cotidianas a la fabricación, la construcción, el mantenimiento o la contratación de servicios. Y no hacerlo significa asumirlo a costa de su margen de beneficio, lo que tampoco ayuda a la tan necesitada reactivación.
De momento, antes de conocer el impacto de estas últimas subidas, los precios ya han subido un 3 por ciento, según el IPC del pasado mes de julio que dio a conocer el INE este viernes; un escalada que puede dar al traste con la superación de la crisis que esperan familias y empresas.
La situación se hace insostenible -"escandalosa" como ha dicho sin rubor el vicepresidente del Govern Juan Pedro Yllanes, como si en Madrid no estuviera gobernando su propio partido-. De hecho, el Gobierno central se muestra desbordado, sin capacidad de plantear alternativas a corto plazo. Los propios socios de la coalición tampoco parecen coincidir en las recetas a aplicar. Así, mientras Podemos llama a salir a la calle a protestar o idea la creación de nuevas empresas públicas, el PSOE plantea una restructuración de los elementos que conforman la factura eléctrica y pone el foco en Rusia -a quien pide que bombee más gas- o en Europa -a quien reclama una flexibilización en la aplicación de los costes por uso de CO2-. De momento, Putin no ha movido una ceja y Europa ha respondido que España, como todos los países de la UE, tiene mecanismos para intervenir, especialmente en los casos de clientes en situación de pobreza energética o vulnerables.
La sensación es que no hay determinación ni ideas ante una situación sobrevenida que ha llegado en el peor momento. El Gobierno de Pedro Sánchez acabó aceptando en junio una bajada del IVA en la factura eléctrica, pero este alivio ya ha quedado más que superado por las subidas posteriores. Es necesario plantear alternativas a medio o largo plazo, que no hagan que España tenga históricamente una de las facturas energéticas más altas de Europa; pero antes, a corto plazo, urgen compensaciones o rebajas personalizadas que impidan el hundimiento de muchas economías domésticas o de pequeñas empresas.
El Gobierno tiene la responsabilidad y su papel no puede limitarse a esperar a que el problema, igual que llegó de forma inesperada, desaparezca sin haber tenido que actuar.
Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en Twitter y Facebook. Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.
