Como es costumbre, la noticia de la semana en el Mallorca se ha gestado en las oficinas. Hay nuevo presidente, y eso es lo que importa. Da igual la derrota en Ponferrada, que el equipo esté temblando o que los números anuncien otra temporada desastrosa.
En la planta noble siguen repartiendo cartas y ahora la mano la da el alemán. En sus días de gloria, seguro que aprovecha para despachar al entrenador, prometer amor eterno al club y hacerle un par de guiños a la afición, a la misma que abofeteó semanas atrás.
Todo es tan poco creíble en este club que uno empieza a preguntarse a quién le interesa ya verdaderamente lo que ocurre en el Mallorca. Guerra de consejeros, guerra de medios, el mismo ruido para el hincha. Lo único cierto es que el descenso vuelve a ser una amenaza.