Un amigo arquitecto, pero de los de andar por Mallorca pero que tiene una cierta visión del mundo, me suele hablar de cómo funciona el entorno de los Piano, Rogers, Gehry, Foster o Calatrava. Es un entorno elitista, caro, sofisticado, minoritario, que se mueve a escala planetaria. He leído muchísimas cosas sobre todo esto porque me parece fascinante: la arquitectura convertida en un duelo de ídolos, de figuras, como 'los tres tenores' pero con portafolios. Ustedes verán: viendo este mundo, viendo lo que ganan, viendo el nivel, a mí se me hace absolutamente increíble que Calatrava venga a una provincia marginal, a pagar o cobrar una comisión que, me da la impresión, le supone más mancha en su imagen que cualquier trabajo que pueda desarrollar en cualquier país, en cualquier ciudad, en cualquier iniciativa puntera. Imaginar que pueda estar separando unos miles de euros para pagar tal o cual cosa es tan incomprensible como que el arquitecto e ingeniero de Valencia pudiera concursar con los locales, a ver quién da el mejor precio. La verdad, es como para decir que mejor que no venga nadie. Ya nos quedamos aquí con lo nuestro y que el mundo siga a lo suyo. Una cosa es luchar contra la corrupción, que es fundamental, y otra es meter en nuestras batallitas provincianas a alguien como Calatrava. Llegará un momento que aquí no querrá venir nadie. Para alegría de algunos, tal vez.
