Darse por votado

El verbo dar posee, en su forma reflexiva, un salero que, con toda su gracia, sabe a poco. Es tal la cantidad de giros que permite su juego que, incluso no queriendo, a uno se le va la pinza y se lanza a proponer fantasías relacionadas hasta con la política, que ya es decir. Así pues, dense ustedes por enterados. Unos ejemplos, a modo de tapas:

Darse a la bebida: es exactamente lo que hicieron la noche del domingo pasado (noche de felices elecciones en su segunda etapa), Pablo Iglesias, Alberto Garzón y casi todas sus confluencias.

Darse importancia: lo logró Mariano Rajoy desde el balcón de la sede de su PP en la calle Génova, en Madrid. Consiguió hilar un discurso brutal, ejemplo de brillante oratoria, de magna inteligencia y con un contenido de altísimo valor intelectual.

Darse de bruces: la media leche que se pegó el señorito Alberto Rivera al ver que no coincidían sus deseos y esperanzas electorales con la puta y cruel realidad. Un hombrecito como él, que se parte la cara hablando castellano en Catalunya, no merecía tamaña desilusión.

Darse por muerto: todavía no han encontrado su cadáver pero Susana Díaz sabe dónde está enterrado; en Sevilla, en el interior del Palacio de San Telmo. Ahí reposan los restos de Pedro Sánchez “el Pretendiente”.

Darse prisa: los españoles todos, haciendo las maletas para marcharse, en masa, a Gibraltar, justo antes de que las autoridades pertinentes vuelvan a convocar las terceras elecciones legislativas.

Darse por muerto por segunda vez: el referéndum de autodeterminación del pueblo de Catalunya. Fueron numerosos sus ejecutores, alentados por la impactante desaparición de la línea roja de Podemos y sus muchachos y la gloriosa CUP autóctona.

Darse a la fuga: los pocos mandamases socialistas que aún quedaban en algunos de los territorios autonómicos del “café para todos”. Ahora mismo, el café es sólo para el PP y además con leche, como el propuesto por la ínclita Ana Botella en la Plaza Mayor de Madrid en aquel su discurso inolvidable.

Darse de baja: los británicos del “Brexit” y los votantes de todos los partidos políticos que no tienen balcón en sus sedes.

Darse un beso: la esposa de don Mariano en un arrebato pasional en el que consiguió desconcentrar a su media naranja, una lumbrera. Tras el beso, el cerebro del premier español, se atrancó y de sus labios ya nunca más salieron frases conexas y mínimamente inteligibles.

Que ustedes lo pasen bien y ¡dense por divertidos hasta la tercera vuelta! Por cierto, noticia de última hora: de cara a esta tercera ronda de elecciones que ya está al caer, el Rey Felipe VI está pensando, muy seriament, presentarse él mismo a los comicios; de este modo – dicen fuentes fiables de La Zarzuela- muy probablemente saldría ganador y podría formar gobierno ya que la sesión de investidura la tendría chupada. Luego, él solito se haría sus consultas consigo y la legislatura iniciaría su andadura como si nada; como aquel quien no quiere la cosa.

Brillante solución, ¿no les parece a ustedes?

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