Quiero empezar dando las gracias a todos los profesionales, especialmente al colectivo médico, de todos los servicios de las urgencias, tanto hospitalarias como a las extrahospitalarias de nuestra comunidad. Nunca tantos debieron tanto a tan pocos. No me olvido de la gran labor de los SUAPS. Felicidades. Tenemos unos grandes profesionales. Una vez más en las duras, - van ya tantas-, quiero dedicar este artículo a mostrar mi agradecimiento a todos los equipos multidisciplinares que trabajan las 24 horas, los 365 días para atendernos con una gran profesionalidad.
De nuevo un verano tórrido a nivel sanitario, vuelven de nuevo, días muy duros. Nada que no supiéramos y de nuevo nos pilla el toro, mejor dicho les pilla a las gerencias, - a alguna más que a otra-, que vuelven a demostrar escasas y mediocre planificación y estrategias adaptativas. Tiene que haber un equilibrio entre la actividad quirúrgica y la actividad asistencial médica y mas en el contexto del verano, en el que nos visitan unos 19 millones de turistas y con una Ap, con déficit de médicos.
Veranos crónicos y clónicos en cuanto al desbordamiento de los recursos sanitarios, ya de por sí mermados. No es tolerable una administración que como el Dios Cronos devora a sus hijos ni tampoco la justificación quejorreica, el nihilismo y la inacción ante otro verano más de saturación de las urgencias. Los datos de las urgencias de todos los hospitales vuelven a ser demoledores, así como los tiempos de espera y el número de pacientes acumulados a la espera de habitación para ingresar.
Los médicos de nuevo, estresados, impotentes y sobrepasados por la situación. Les duele la retina y les subleva ver cómo afecta a los pacientes y familiares y cómo se generan con mucha frecuencia situaciones de tensión puede originar malentendidos y situaciones de riesgo en la relación médico-paciente.
Hemos normalizado un problema crónico y clónico que siempre se da por estas fechas. Déficit de profesionales, urgencias saturadas, médicos al límite, centros de salud desbordados (médicos de la magnífica y agotada atención primaria que ven más de 40 pacientes al día), sobrecarga laboral, falta de camas para ingresar, tiempos de espera muy prolongados, pacientes “aparcados” en los pasillos, falta de recursos sociosanitarios, falta de previsión en la gestión, etc.
El desmoronamiento de la Atención Primaria va a ser letal para la sanidad pública ante la inacción, la desidia, la irresponsabilidad y la pasividad de los políticos. Más que nunca se precisa la convergencia de sociedades científicas de la atención primaria y los sindicatos médicos. No más diálogos y más hojas de reclamación de riesgos psicosociales que vulnera la ley. Hay que decir STOP a la sobrecarga laboral que tan dramáticas consecuencias tiene para la salud del médico.
La puerta de la sanidad pública ya no es la Atención Primaria, es Urgencias y lo pagaremos muy caro. Sin una Primaria fuerte, con recursos, dignificada y cuidada, la quiebra hospitalaria está asegurada. O apostamos y reorganizamos la Primaria o todo caerá como un castillo de naipes. Víctimas los pacientes, los médicos y resto de profesionales. Todos los médicos necesitan ver a los pacientes con tiempo y a tiempo. Saben que el estrés continuo y acumulativo es un peligroso riesgo para la praxis médica, que se basa en tomar decisiones clínicas prudentes, éticas y racionales.
No hay ratios de pacientes para un médico. Ve a todos los que acuden. Somos como el chicle que se estira y se estira. Es la llamada lasitud infinita médica.
Es descorazonador e injustas ciertas noticias sanitarias, sesgadas, responsabilizándolos del tiempo de demora en la asistencia, a los profesionales, cuando la sobrecarga y la falta de recursos, excede a su cometido.
Hay que poner coto y límites a el alto nivel de patología leva (niveles 4.5 de triaje), que desborda a las urgencias, como hacen muchos países europeos. La administración de nuevo es la que tiene que establecer la línea roja y el veto. No lo hace, por cuestiones políticas (votos). Prefieren que se hacinen en urgencias y que la sobrecarga y las quejas de los pacientes, las reciban los médicos y los profesionales.
Los médicos lo han dicho muy alto, en urgencias debe de apostarse por la humanización, la confortabilidad y la confidencialidad. Es decir por el estatus ético que los pacientes y los médicos merecen y que es clave para una relación médico paciente adecuada.
No es un discurso victimista ni quejorreico, porque lo hacen médicos, que son grandes urgenciólogos, que conocen y viven el problema.
Como dice un magnífico jefe de servicio de urgencias: lo que está saturado no es Urgencias es el hospital, el problema no está en los ingresos que se hacen desde Urgencias, sino en la falta de camas del hospital para determinados tipos de pacientes. Los servicios de urgencias (es decir médicos y pacientes) sufren los efectos colaterales del sistema sanitario.
Los médicos y los pacientes no son responsables de la deficiente planificación sanitaria que se realiza, por eso recomiendo a los pacientes que en sus hojas de reclamación, reclamen más medios y recursos a la administración.
Por eso quiero dejar constancia de mi apoyo y de Simebal a los magníficos profesionales, por su abnegada labor, desgraciada e injustamente, minusvalorada y no reconocida.
Gracias, colegas, por vuestro gran trabajo y dedicación.
Ya saben, en derrota transitoria pero nunca en doma.
Un comentario
Ponte una bata y ve a trabajar !