Delgado, con dos cojones

Pueden reprochársele muchas cosas a Carlos Delgado, pero nadie está en condiciones de negarle que todas, absolutamente todas sus actuaciones políticas, han sido claras y contundentes, que siempre le ha echado cojones. No soy yo el que está de acuerdo con sus posiciones ideológicas, en mi opinión excesivamente conservadoras, como pueda ser su oposición a los derechos de los homosexuales, y otras cuestiones de índole moral, de las que difiero, pero insisto, siempre le ha echado cojones al asunto, nunca se ha amedrentado ante los insultos e intimidaciones de los fascistas que se las dan de progresistas, de los catalanistas que imparten credenciales de democracia cuando ellos la pisotean casi a diario. A Carlos Delgado, que siempre ha sido una de sus principales dianas, todo ello le ha importado un bledo, puesto que ha exhibido su ideología sin temor, ha sido y es un hombre libre que ha hecho en todo momento gala de su libertad, diciendo lo que pensaba sin que le preocupase si era políticamente correcto o dejaba de serlo. Delgado es, ha sido, un político atípico, pero, por encima de todo, coherente consigo mismo, que es lo que demasiadas veces se echa en falta en una tierra en la que abunda la hipocresía, la falsedad y, lo que es peor, las medias verdades. Y Carlos Delgado, con dos cojones de por medio, ha sido un excelente conseller de Turismo, que se ha ido dejándonos una más que adecuada Ley General Turística, la que sienta las bases para que en los tiempos que están por venir se pueda disponer del instrumento imprescindible para hacer de las Islas el destino turístico más importantes del Mediterráneo. Puede que la nueva Ley tenga algunas carencias, es inevitable, pero si se tiene un mínimo de buena fe, que no es el caso, ya lo sé, no puede negarse que se trata de la Ley más ambiciosa aprobada por el Parlament en varias legislaturas, una Ley que establece claramente un antes y un después.   Carlos Delgado, con dos cojones por delante, puede haber sido excesivo en muchas cosas, equivocado en otras, faltaría más, pero que se me diga si en algún momento ha faltado a la coherencia consigo mismo, cuándo ha conculcado las reglas de la democracia, dónde ha faltado al respeto a los demás y, lo que es más importante, si alguna vez ha sido desleal con los suyos y ha ofendido gratuitamente a los adversarios, cosa que demasiadas veces ha sucedido con respecto a él.   Ahora, cuando se marcha un hombre con dos cojones por delante, es el momento de agradecerle a Carlos Delgado lo que ha hecho, su coherencia y su claridad, así como el que haya insuflado aire fresco, verdaderamente fresco a la enrarecida política mallorquina.   Con dos cojones por delante, y sin que ello suponga ser un machista, porque Carlos Delgado, a pesar de los cojones, no lo es: a pesar, de los cojoncillos que lució en su cabeza después de una montería. Foto desafortunada, con la que se intentó desacreditar a un buen hombre.

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