Desde hoy, usar burka en Francia estará multado con algo más de cien euros. Y si se comprueba que la mujer utiliza esta prenda por imposición de un varón, la sanción al segundo será de 30.000 euros y, en algunos supuestos, con pena de prisión. Y yo pregunto, ¿qué ocurre si una mujer, sin haber sido presionada por nadie, en el ejercicio de su libertad, decide usar el burka porque le da la gana? ¿Hasta dónde el poder público puede intervenir en la libertad individual? ¿Podríamos concebir que un día se prohíban los disfraces de carnaval, aduciendo el mismo motivo? ¿Y la barba? La fiebre por lo políticamente correcto amenaza con tener al poder político diciéndonos qué debemos pensar, qué debemos hacer, cómo debemos vestirnos, cuándo tenemos que hacer cada cosa. Como si no tuviéramos males reales que sí nos aquejan y que nadie aborda.





