Las declaraciones de la teniente de alcalde de Función Pública y Gobierno Interior, Aurora Jhardi, de Som Palma, sobre su intención de prohibir las terrazas en el Paseo del Borne de Palma han generado una intensa polémica que ha obligado al consistorio palmesano a matizar las palabras de Jhardi. Los restauradores se han mostrado disconformes y alarmados, como es lógico, ante la perspectiva de que Cort revise su política de ocupación de la vía pública y que de esta medida se derive la supresión de terrazas, con la consecuente reducción de negocios y pérdida de puestos de trabajo.
Lo primero que cabe decir al respecto es que haría bien la regidora Jhardi en mostrarse más moderada a la hora de hacer declaraciones. Se había anunciado que el nuevo equipo de gobierno municipal huiría de las imposiciones y buscaría el diálogo y el consenso. Nada de esto se ha visto en el espinoso asunto de las terrazas por ahora.
La política de favorecer la apertura de terrazas llevada a cabo por el alcalde Isern durante la legislatura pasada, ha logrado transformar la ciudad y sobre todo el centro histórico, de modo que tanto los visitantes como los residentes puedan disfrutar del espacio público, lo que ha revitalizado la ciudad.
El alcalde José Hila en la entrevista concedida a mallorcadiario.com poco después de tomar posesión del cargo, se comprometió a evitar los excesos en la ocupación de la vía pública, pero tan excesivo resulta una proliferación incontrolada de terrazas, como la prohibición total de las existentes, según propone la teniente de alcalde Jhardi.
Sería bueno, en primer lugar, que antes de generar inquietud los partidos que forman parte del equipo de gobierno en Cort unifiquen su discurso. Y que no se anuncie ninguna medida unilateralmente, sin haber estudiado en asunto en profundidad y sin haber hablado, debatido y analizado las repercusiones con los afectados.
