Estas Navidades han sido diferentes para quien les escribe. Hoy lo estoy haciendo desde Obernai, una pequeña ciudad de la región francesa de Alsacia, tras haber pasado por Moulhouse y Colmar. Aquí lo tienen claro. Todo orientado a ser punteros en lo que huela a Navidad.
La excusa para venir a estos parajes tuvo su germen en una recomendación del sabelotodo Google para hacer algo diferente en esta época del año. Esta vez ha sido para ver mercadillos navideños tradicionales.
La especialización de la oferta de esta región sobre un tema que es de todos, como es la Navidad, y su utilización como dinamizador económico, me ha llamado poderosamente la atención.
En Alsacia se hace turismo en masa y las calles están a rebosar de turistas a pesar del gélido frío y la persistente lluvia que deslucen la oferta pero no menguan la demanda. Y no hay más que puestos en la calle. Eso sí, en gran número a lo largo de numerosas calles y cargados de atractivos adornos navideños, acompañados de atracciones para niños y mucho vino caliente. Las calles son el centro de todo.
Siento cierta envidia cuando veo que esta comarca, al contrario que nosotros, ha sabido encontrar la solución al turismo de temporada. Y la solución no es alargarla sino apostar por la doble estacionalización. En verano atraen gran cantidad de turistas al formar parte de la conocida ruta del vino y en invierno lo hacen gracias a los mercadillos navideños.
En Mallorca vivimos del turismo de sol y playa. Eso es evidente aunque algunos quieran negar la mayor. Y esa oferta se puede estirar lo que se quiera pero da para lo que da. Nos hace falta una especialización potente para el invierno.
Deberíamos potenciar la bipolarización económica y ser capaces de crear un producto que todos conozcan pero vivido de manera diferente. Como la Navidad en Alsacia.
Quizá ahí resida nuestro fallo. En querer promocionar algo local y no algo global, de sobra conocido pero disfrutado de otra manera, aportando nuevas experiencias.
La Navidad sí se conoce. El invierno, también pero en Mallorca se vive de otra manera. Ya lo contó George Sand.
Ofrezcamos una vivencia de la Navidad o del invierno diferente, basadas en nuestras costumbres: Tenemos las matanzas en diciembre, los villancicos, la Sibil.la, les rondalles, Sant Sebastià, Sant Antoni, Sant Honorat y unas paradas o puestos navideños en la calle que deben mejorar tanto en cantidad como en calidad.
El turista también debería poder conocer nuestra naturaleza en invierno. Tenemos unos almendros en flor cada vez más tempraneros a finales de enero y febrero que causan admiración. Tenemos 300 días de luz solar al año con una extraordinaria luminosidad que provoca unos tonos ocres y un cielo azul como en ningún lado.
Tenemos opciones para ser referente y buscar la estacionalización en invierno. Pero antes hay que definir un producto (uno solo) con todas sus capas: producto básico, real y aumentado.
Se le debe buscar un envoltorio atractivo, con una oferta complementaria de calidad y, sobre todo, se debe dar a conocer. Para ello se necesita una fuerte inversión en Marketing. Si no te conocen no existes o, como se dice ahora: Si no estás en Google, no existes.
La excusa de hacer algo diferente es innata en el ser humano. Estar bien posicionado en Google y tener una buena oferta (es vital cosechar buenas recomendaciones) es garantía de éxito para cuando llegue el momento mágico en que se introduzcan las palabras mágicas "qué visitar en .... (época del año que se elija)"
Mallorca y Balears necesitan aceptar su estacionalidad y no luchar contra ella. A la oferta estacional de verano se le debe complementar con otra potente de invierno.
Poseemos recursos y conocimiento.





