Esta semana estoy con el ánimo decaído. He visto pasar ante mis ojos el Ministerio de Cultura y Deporte, alargué el brazo, casi creí rozarlo con los dedos, por un breve instante pensé que sería mío, que lo alcanzaría… Yo, periodista y escritor, vi como otro periodista y escritor me lo arrebataba cuando era mío por derecho propio… Claro, yo no he trabajado con Ana Rosa, pero sí con Joan Monse. Entenderán que un golpe así no se encaja cada día, que es un leñazo de esos que marcan por largo tiempo, de los que ni la continuada furia etílica ayuda a sobrellevar. Me he quedado babeando como un lunático trepanado, apenas pudiendo murmurar: «¿mi Ministerio, dónde está mi Ministerio?». Enhorabuena Màxim, estoy acostumbrado a perder, también me han robado el Planeta y me echaron a patadas del Ciutat de Palma.
Con mi orgullo de diva herido, me dispongo a teclear el artículo de la semana.
Peacho equiparro se ha montado Pedro Sánchez. Reconozco que ha configurado un Ejecutivo resultón y efectista. Si además de efectista resulta ser efectivo el tiempo lo dirá. Lo mejor de poner mujeres a cascoporro, jueces guays, astronautas y presentadores de televisión es el cabreo de los de Podemos, que han montado un teatrillo de indignados que es para partirse el culo y ponerse morao de palomitas. Huy, cómo se han enfadado. He disfrutado leyendo las pataletas de algunos picatostes de Podemos en las redes sociales. Y los catalufos se han vuelto locos con Borrell. Lo siento, me lo paso teta viendo su cabreo, es de lo más reconfortante. Inútil, cierto, pero reconfortante como unos calcetines nuevos en invierno.
Otra cosa es la respuesta del Partido Popular con un Rafael Hernando desatado en modo Danny the dog. Entiendo que estén de mala hostia porque los han echado y el PNV les ha hecho la púa. Supongo que la consigna es morder y demostrar que son más oposición que nadie, también es su trabajo. Ahora bien, un poco de calma, que el gallinero de puertas adentro está en llamas y lo primero es lo primero, que como no se arreglen se van al garete. Si son inteligentes incluso pueden sacar rédito de la situación. Para empezar, cambian de jefe, lo que no está mal. Pero no pueden quedarse en un cambio de cara, el mal es telúrico, deben adentrarse en el averno antes levantar la cara y mirar de nuevo al sol. Si no entienden que el verdadero problema del PP es la falta de identidad, el fracaso de la política de chichinabo y la ausencia de unos principios claros para el electorado, entonces, no tienen nada que hacer. Dejando a un lado lo inoportuno del momento y la sobrada de Aznar poniendo a parir a Rajoy y al partido, algo de razón no le falta al expresidente: el electorado sigue en España, pero el centro-derecha orbita perdido en los anillos de Saturno.
Si al principio hablaba de libros y después de náufragos siderales, ahora los que están más perdidos que una carabela portuguesa en el Ballermann 6 son los del Gremi de Llibreters. Cuando lean estas líneas estará a punto de finalizar esa fiestuqui onanista de la Fira del Llibre celebrada en el Paseo del Borne de Palma. Como escritor que intenta vender libros lo que voy a decir ahora va contra mis intereses, sin duda me va a perjudicar. ¿Qué quieren que les diga? A estas alturas poco me importa. Es una verdadera vergüenza, un insulto para lectores y escritores el aquelarre rojo-indepe que han montado un año más los libreros. La Literatura —en mayúsculas— no entiende de ideologías, la Cultura está por encima de la política. Por fortuna, muy por encima. Y estos meapilas dicen que revindican la libertad de expresión y dejan una silla vacía en los actos en apoyo a Valtonyc. Anda ya, idos a la mierda. Seguid con vuestros aburridos escaparates, con todos esos libros de escritores y editoriales subvencionados, con los folletines de poetas insufribles y con la cara de bordes que os gastáis cuando uno se acerca a comprar un libro. No lo entiendo —no son todos, es cierto—: vas a comprar, pides un libro y te miran con una cara que tanto pude ser de «ahora vienes a molestar», como de «te voy a perdonar la vida».
Lo de la Fira del Llibre es de un escarnio intolerable. Resulta que entre las actividades programadas han organizado charlas sobre «libros prohibidos». Tienen la barra de reivindicar 1984 de Orwell —una dura crítica al estalinismo y por extensión a todos los regímenes totalitarios— mientras le hacen la ola a Valtonyc, un indigente mental que alardea en Twitter de decorar su piso con retratos de Stalin en marquitos comprados en Ikea. Mancillar así la memoria de Orwell demuestra que tanto como libros podrían vender malacatones en el mercadillo, o que, además de hipócritas, sectarios y torticeros, son unos cínicos.
Lo lamento, creo que ser librero es una de las profesiones más bellas del mundo, y en Palma contamos con ejemplos de librerías de esas en las que uno se siente bien atendido, puede pedir consejo y siempre se lleva y aprende algo. Pero el Gremi de Llibreters está muy tocado, la han cagado demasiadas veces como para confiar en ellos. Un escritor y además buen amigo me ha confesado que, de saber de antemano la movida de Valtonyc, no hubiera ido a firmar libros. Estaba avergonzado. Y no es un facha, ni es sospechoso de serlo. Es sólo un escritor —otro más— al que le duele ver como los de siempre andan pasteleando con la Literatura.
Como podrán deducir, las posibilidades de encontrar alguno de mis libros en las librerías de Palma es sólo ligeramente superior a la de que Aligi Molina pise una sinagoga. Y oigan, no me quejo, las librerías son suyas y ellos ponen a la venta lo que les da la gana. Están en su derecho y ellos sabrán si esa es la forma de suicidarse comercialmente que eligen.
¿Lo ven? Me han levantado el Ministerio en los morros y ando cruzado. Los perdedores molan mucho en el cine, pero es jodido vivir en la periferia. De eso me gustaría hablarles. Esa es otra historia…
Ah, una cosa más: nadie me ha robado el Planeta, era ironía.





