Uno de los elementos inmanentes de la izquierda balear a la izquierda del PSOE es que jamás desaprovecha una oportunidad para perder votos. El sainete orquestado por Més y Podemos con ocasión del patrocinio al RCD Mallorca para que el estadio en el que juega siga denominándose en ámbitos mediático-mercantiles Visit Mallorca Estadi retrata a los personajes y su oligofrénica visión de país.
Ayer trascendió que un ex directivo del At. Baleares, militante de izquierdas y abogado de profesión, había interpuesto una denuncia ante organismos de la Competencia de la Unión Europea a propósito de esta cuestión. Obviamente, no se trata de una demanda judicial, porque entonces se estaría jugando su propio patrimonio y unas elevadas costas procesales. Así que se trata solo de lo que vendría a ser una mera denuncia administrativa, con riesgo cero para el denunciante, salvo el de, a lo sumo, hacer el ridículo.
La verdad es que me sorprende hasta qué punto el resentimiento y la visceralidad futbolera -en gran parte, patrimonio de perdedores- puede enturbiar la mente de personas preparadas. En su comunicado, el denunciante llega a afirmar que se han 'regalado' cerca de dos millones de euros a una 'multinacional americana', obviando que el club de sus amores -en categoría de Primera Federación- está sostenido desde hace años por la fortuna de un acaudalado ciudadano alemán, pues de lo contrario muy probablemente habría desaparecido.
Pero, al fin y al cabo, que un cierto sector de la afición balearica y sus directivos -y no voy a cometer el error de generalizar, porque tengo algunos amigos, personas cabales con semejantes e inexplicables querencias- hagan todo lo posible para que al RCD Mallorca le vayan mal las cosas tiene una explicación, miserable si se quiere, pero explicación al fin y al cabo.
Lo que carece por completo de sentido es que Més (supuestamente, x Mallorca) y Unidas Podemos (estos, de mallorquines tienen bien poco) generen una crisis en el seno del Consell -crisis de bromas, claro, porque estos no se van de su cargo ni con KH-7- y, sobre todo, se enfrenten a la más importante institución deportiva de las islas y, obviamente, a su afición, con pretextos absurdos y de perfil jurídico de barra de bar.
Les molestan, por lo visto, desde los orígenes (1916) aristocráticos del club, pasando por el hecho que su anterior estadio llevara el nombre de un personaje como Lluís Sitjar y otras razones que, como se ve, son de gran peso. También les molesta que se haga promoción turística de Mallorca, pues su modelo de isla es, por lo visto, la que padecimos todos durante la pandemia, sin turistas, sin aviones... (sin trabajo y con media humanidad viviendo de subsidios, añadiría yo, como pasa en sus paradisíacos países de referencia).
Esta tropa de inútiles patológicos, que jamás han llevado a cabo una iniciativa política propia que vaya a quedar en la memoria de futuras generaciones y cuya mayor afición es la de prohibir y evitar que los demás partidos gobiernen o siquiera lo intenten, son los mismos que en los últimos 7 años han marcado la agenda política de la CAIB gracias a las tragaderas casi infinitas de Francina Armengol, tan responsable como ellos de estos meados fuera de tiesto.
Afortunadamente, pintan bastos para ellos de cara a 2023, pero por si no habían perdido suficientes votos, ahora van a degüello contra el mallorquinismo, lo que demuestra la honda sabiduría de sus estrategas.