Este jueves publicaba mallorcadiario.com las denuncias de los trabajadores del Institut Municipal de l'Esport de Palma (INE) acerca de sus condiciones laborales y, especialmente, sobre la precariedad de los locales en los que tienen que desempeñar su labor. Sólo las imágenes que acompañaban la noticia ya servían para tener una idea rápida de la situación tercermundista a la que se enfrentan cada día estos trabajadores públicos, aunque su relación laboral sea a través de una empresa subcontratada.
Aseos habilitados como zonas de trabajo, sin calefacción ni aire acondicionado, duchas reconvertidas en archivos, mesas de trabajo instaladas junto a los lavabos de lavarse las manos, nula ventilación, falta de salas de descanso... El catálogo de carencias denunciado (y mostrado profusamente con fotografías) es más propio de un país subdesarrollado que de un entorno europeo del siglo XXI; un destino para turistas de lujo, que en su trastienda alberga situaciones como esta.
Los trabajadores reclaman al Ayuntamiento de Palma que actúe para adecuar el entorno laboral y superar la precariedad que suponen jornadas de trabajo completas por 800 euros brutos al mes. La denuncia debería sacar los colores a cualquier administrador público, máxime cuando se trata de políticos que repiten constantemente la atención que prestan a las cláusulas sociales de sus contrataciones y hacen gran alarde público de las inspecciones laborales que sistemáticamente realizan en empresas privadas.
Desgraciadamente, toda esa alaraca no evita situaciones como la denunciada. Por el contrario, cada vez son más las empresas y entes públicos, del Govern y de ayuntamientos, cuyos trabajadores subcontratados denuncian situaciones de precariedad. En el caso que nos ocupa, el del INE, los responsables de Cort deberían adoptar medidas urgentes para solucionar esta situación, por coherencia con sus propias palabras en público, pero sobre todo por la dignidad de unos trabajadores que, aunque sea a través de una empresa subcontratada, cubren un servicio municipal.
