El alcalde Hila o el Gran Houdini

El Gran Houdini, como le gustaría a Berlanga, era austrohúngaro. Emigró a vivir el sueño americano y consiguió que hoy en día se le siga considerando el mayor escapista de la historia, hasta la aparición, claro está, del Alcalde Hila.

El Alcalde Hila, ese gran desconocido, ha estado ausente —quizás no físicamente pero si espiritualmente— de la ciudad que tiene el honor de presidir; una ciudad que a todas luces le viene grande.

Los políticos se llenan la boca diciendo que la política que más les gusta es la municipal, pues ello implica la proximidad del ciudadano. Nuestro Alcalde es, sin lugar a dudas, una rara avis, puesto que lo de proximidad al ciudadano no va con él.

A estas alturas y en su segundo mandato, solo puedo decir que su gestión y su compromiso con Palma me han decepcionado. Ha tenido reiteradas ocasiones para demostrarlo y siempre ha terminado en un renuncio por su parte.

Un pueblo, una ciudad, se financian en su mayor parte con los impuestos y tasas que cobra a los ciudadanos y que se ven reflejados en los presupuestos anuales aprobados en el Pleno convocado ad hoc; ese presupuesto, como todos, contempla también los gastos municipales, los cuales, en principio, deben estar equilibrados con los ingresos previstos.

Si el Ayuntamiento de Palma tiene superávit es porque o bien no ha gastado todo lo que se había comprometido en mejoras o inversiones para la ciudad —lo cual está muy mal hecho y demuestra una pésima gestión— o bien ha cobrado más dinero del necesario a los ciudadanos, vía impuestos y tasas. O ambos a la vez.

Si este escenario se repite año tras año, sea cual sea la causa, estamos ante una pésima gestión del dinero que es propiedad de los ciudadanos de Palma, puesto que el capital del presupuesto municipal solo sale de nuestros bolsillos.

Les hablaba de mis dudas con respecto al compromiso del Alcalde Hila con Palma pero, por el contrario, puedo asegurarles su absoluto compromiso con su partido —el PSOE— y con el Presidente Sánchez. Dicho Presidente dictó un Decreto para incautar el dinero de los Ayuntamientos que tenían superávit (dinero de los ciudadanos de Palma en este caso) y el Alcalde Hila, ante la tesitura de si quieres más a Papá Sánchez o Mamá Palma, tomo partido por Papá Sánchez, dejando con el culo al aire a los palmesanos y sus dineros. Afortunadamente, el Decreto no fue convalidado y fue derogado, con lo que el tal Alcalde Hila ha quedado como un traidor ante la población de Palma, sin necesidad alguna. Ello demuestra su agudeza política.

Hemos carecido de un líder en nuestra ciudad en este año complicado, al modo de Rudolph Giuliani en la NY de septiembre de 2001 o de Madrid de 2020, donde un Alcalde tan gris como el nuestro ha dado una lección de en qué consiste la política de proximidad. Hila no ha perdonado las vacaciones, faltaría más; él puede pagárselas y además nosotros no somos más que simples ciudadanos.

Espero y deseo que no vuelva a ser Alcalde, ya que su vagancia, su falta de compromiso y su dejadez con sus conciudadanos hace que tengamos una ciudad más sucia que nunca —con nuestra colaboración obviamente—, con más colas en los sitios gratuitos de entrega de comida, gente sin vivienda, bronca en la EMT, en la Policía, los Bomberos bajo mínimos y la falta de obras de infraestructura, aunque eso sí, ahorrando para después dárselo al Presidente Sánchez y no a los ciudadanos de Palma.

Tenemos, en definitiva, el peor Alcalde en el peor momento; un auténtico escapista que no se moja nunca y que, como buen izquierdista, no gestiona, tan solo prohíbe. El ejercicio y la defensa de las libertades no van con él. Así nos quedamos un martes casi de otoño, con demasiado calor para mi gusto, en manos de un escapista.

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