Los gobiernos como el del Pacto de Progres están conformados por partidos que tienen el hábito de utilizar el último año de legislatura para colocarse. A ellos y a sus acólitos. A sus amigos y a sus hombres de paja. Ejecutivos que tienen la costumbre de tomar todo tipo de decisiones que, directa o indirectamente, les sean favorables en lo personal. Que tienen la tradición de realizar acciones de interés particular, camufladas en cuidadas explicaciones alternativas, basadas en la posverdad. En la mentira, para que nos entendamos.
La periodista del diario EM, Carmen Morales reproduce las aseveraciones de la Consejera de Hacienda, la misma que acaba de aprobar una norma que le abre la oportunidad de acceder a un puesto de trabajo dotado de 20.000 euros más, en las que se excusa de las importantes irregularidades acontecidas en los concursos públicos. Se han repetido casi 800 exámenes. Afirma, “se ha perdido la cultura de hacer oposiciones”. Se puede añadir que también se ha perdido la desvergüenza.
Sin salir del entorno académico, este año, la UIB se ha sumado a la fiesta. El botín de las plazas de profesores asociados a la Facultad de Medicina se ha quedado en manos de “Servicios clínicos dinásticos ”, de las “Familias “ y si me apuran de las parejas y matrimonios.
Entre excelentes y prestigiosos profesionales independientes se han ido colocando con precisión quirúrgica los profesionales de la “Familia”. La baremación objetiva de méritos sería creíble si los elegidos no coincidieran milimétricamente con los que han ido reuniendo, oficiosamente, durante meses, a instancias de la entidad académica para avanzar en estos ámbitos, antes de que se realizara la convocatoria.
En algunos casos se han tenido que buscar fórmulas imaginativas para consorciar los cargos asistenciales con los docentes. Con un calendario muy ajustado, con la relación de nombres sobre la mesa y con notorios cambios de reglas, con el partido ya empezado, que permiten explicar las últimas e inesperadas incorporaciones. Algunos de los implicados se han dedicado estas semanas a cuadrar, en exclusiva, los listados pasando olímpicamente de sus responsabilidades asistenciales; dejando a un lado lo único que da sentido a la existencia de hospitales, los pacientes. Es difícil pensar que la anterior decana, Francisca Gili lo hubiese permitido.
Analizando los resultados, es lógico pensar que, en el proceso de baremación, las sensibilidades para la identificación y evaluación de los méritos puede haber sido muy asimétrica. Me niego a aceptar la simpleza de los que piensan que los representantes de la administración siempre tienen buenas intenciones y que trabajan por los intereses generales. A los hechos me remito.
Como les decía, estamos en pleno “año de Hidalgo, pendejo el que no se lleve algo”. Con esta expresión, en México, se refieren a que durante el último año de gestión debe gastarse o robarse todo, salvo que seas un bobo. Lo dicho.





