El año 2016 que ya se termina ha sido el año en que el partido revelación en el panorama político español y balear, se ha dado a conocer a la sociedad con sus virtudes y sus defectos, todo al descubierto.
Tras las elecciones generales del 20 de diciembre, en las que Podem Illes Balears desbancó al PSIB como fuerza hegemónica de la izquierda en Balears, los de Alberto Jarabo decidieron continuar fuera del Govern del canvi, liderado por Francina Armengol (PSIB) y Biel Barceló (Més), pero facilitando apoyo externo a través del respaldo parlamentario.
Aunque en otras instituciones como los Consells Insulars de Mallorca, Menorca y Eivissa, y en algunos ayuntamientos, Podem optó por asumir la responsabilidad de gobernar en coalición con otras fuerzas progresistas, en el Govern no fue así.
La formación morada apostó por la tarea parlamentaria para obligar al Govern a materializar sus políticas. Para ello y como síntoma de sus pretensiones, Podem se reservó la presidencia de la Cámara legislativa autonómica, nombrando a Xelo Huertas para el cargo, que comporta el ejercicio de la segunda autoridad protocolaria de Balears, tras la presidenta Armengol.
Las sesiones parlamentarias durante el año se desarrollaban con cierta normalidad, aunque con periódicas amenazas veladas por parte de la portavoz parlamentaria de Podem, Laura Camargo, para que PSIB y Més aceleraran el paso -según sus propias palabras- hacia políticas mucho más de izquierdas. Sin embargo, la sangre no llegaba al rio.
Podem tensó mucho la cuerda de la relación con los firmantes de los Acords pel Canvi en relación a los nombramientos de determinados cargos, pero al fin y al cabo se trataba de temas menores y sin intención de materializar una ruptura, por más que se exteriorizara la divergencia más allá de lo aconsejable. El PP y los demás partidos de la oposición se mostraban encantados con la presión que Podem ejercía sobre el Ejecutivo, a menudo muy superior de la que ellos mismos planteaban. Podem se vino revelando como una fuerza capaz de dar apoyo al Govern y de ejercer de oposición, con una contradicción política más evidente.
En la repetición de las elecciones generales de junio, Podem volvió a sobrepasar al PSIB como fuerza de izquierdas más votada y ejerció toda su presión sobre el Govern y sobre el PSIB para que los diputados socialistas de Balears, Pere Joan Pons y Sofía Hernanz, no votaran a favor de la investidura de Mariano Rajoy. De esta forma Armengol se aseguró mantener el apoyo de Podem, imprescindible para aprobar los presupuestos de la Comunidad Autónoma, a costa de ahondar en la división del PSOE tras la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general en un tenso y caótico Comité Federal.
Jarabo aceptó negociar los presupuestos de la CAIB
Tras el desmarque del PSIB con las directrices del PSOE, Jarabo aceptó negociar los presupuestos de la CAIB y llegó a un acuerdo para darles apoyo, pero no sometió ese respaldo al Consejo Ciudadano Autonómico. Luego se supo por qué. Las voces críticas en el seno de Podem eran muchas más de las que parecía en un principio.
La decisión del Govern de no renovar el convenio para financiar el laboratorio de Daniel Bachiller, dirigente de Podem que había participado en la negociación de los presupuestos y que se había mostrado contrario a la facultad de Medicina de la UIB, fue la gota que colmó el vaso para que dos diputadas, Xelo Huertas (nada menos que la presidenta del Parlament) y Montse Seijas, amenazaran con votar en contra de los presupuestos.
Esta amenaza, lanzada por escrito en el Telegram de los dirigentes de Podem, sirvió a Jarabo como excusa para denunciar a Huertas, Seijas y Bachiller de incumplir el Código Ético de Podem, al usar sus cargos públicos para beneficiar a una “entidad privada”, el laboratorio de Bachiller
Tras la denuncia, desde Madrid se acordó la suspensión cautelar de militancia y la incoación de expedientes para expulsarles del partido. Y así fue. La jugada parecía magistral por parte de Alberto Jarabo: acusar a las diputadas discrepantes de corrupción por utilizar sus escaños para favorecer el negocio de Daniel Bachiller. Sin embargo, Montse Seijas lanzó duras acusaciones contra Jarabo por supuestamente beneficiar desde su puesto a su antigua productora, Quindrop Produccions, con más contratación pública en IB3.
El enfrentamiento en Podem ha puesto en evidencia que las divergencias en el seno de la formación morada son importantes y que el liderazgo de Jarabo no es tan sólido como pareció inicialmente. En la visita de Íñigo Errejón a Palma en diciembre, se vieron pancartas en contra de Jarabo y además, un grupo de militantes ha impulsado el ‘Manifiesto de Sineu’, exigiendo mayor democracia interna y criticando duramente al secretario general.
Hay un Podem diferente en cada isla
La ciudadanía ha podido ver en 2016 cómo es y cómo se comporta políticamente Podem Illes Balears. Y lo cierto es que hay un Podem diferente en cada isla, como diferente es el Podem en Palma. Sin embargo hay ciertos rasgos distintivos que ya es fácil destacar: una predisposición al postureo manifiesta, como se ha puesto en evidencia en la Comisión de investigación parlamentaria de las carreteras de Eivissa; un liderazgo débil por parte de Alberto Jarabo, incapaz de resolver las divergencias internas sin recurrir a los expedientes internos, lo cual transmite una sensación de poca democracia interna y de propensión a la purga.
Las divisiones internas en Podem no han sido contenidas puertas para adentro y han trascendido hasta alcanzar de lleno al Parlament y a su presidenta, Xelo Huertas. Tras la confirmación de su expulsión de la formación morada, no se sabe qué hará la presidenta, si abandonará su cargo como le ha pedido Jarabo, o si se enrocará prolongando la crisis institucional provocada por la inaudita decisión de un partido como POdem, de expulsar a dos diputadas.
