El azar no es justo

En pleno siglo XXI, mientras la expectativa media de vida supera con creces, en el mundo desarrollado, los 80 años, el cáncer, la carretera y el corazón compiten como causa de muerte.

Cuando se analiza la posibilidad de sufrir un cáncer, el azar tiene más protagonismo del que nunca se había pensado. La suerte es definitiva a la hora de determinar quién enfermará de cáncer y quien no lo hará.

Esta es la afirmación que ha coronado las secciones de salud de la práctica totalidad de los rotativos durante las navidades. Se han hecho eco de la publicación en Science, de un estudio realizado en la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkins, en Estados Unidos, en el que han analizado las variables que influyen en la aparición de 31 tipos de cáncer. Se ha observado que veintiuno dependen de la suerte. En realidad, en sensu estricto, de la mala suerte biológica. El cáncer de páncreas, de esófago, de huesos, testículos, ovario, cerebro o la propia leucemia linfocítica, podrían ser explicados en gran medida por mutaciones aleatorias.

Si trasladamos las cifras a nuestro entorno podemos concluir que de las 8000 defunciones anuales que se producen en nuestra comunidad, 3000 tienen como causa principal un tumor. Y en la aparición de este cáncer, la mala suerte ha obrado una influencia determinante.

Descartados los fenómenos asociados al entorno (tabaquismo, contaminación, infecciones,…) y la herencia, dos de cada tres tipos de cáncer estudiados depende del azar. Exactamente de las mutaciones genéticas generadas por el azar. Mutaciones que se producen constantemente en el proceso natural de renovación celular y que en la mayoría de casos son reparados por los mecanismos propios del organismo. Cambios en el material genético que en unas pocas ocasiones pueden impactar de forma positiva afianzando el organismo en longevidad y supervivencia. Mutaciones que en una parte, al parecer muy significativa, lo hacen de forma dramáticamente negativa facilitando la generación de un tumor.

Tomo prestada la frase de una compañera de trabajo, que acostumbra a salir malparada del sorteo con el que nos repartimos las guardias correspondientes a los días festivos más significativos del año. Entregamos a la suerte la decisión sobre si los días de Pascua de Resurrección, Nochebuena, Fin de año, puentes…, vamos a trabajar o no. Afirma con rotundidad y enfado  que ”el azar no es justo”. Al resto, nos suele inducir una amplia sonrisa. Mira por donde que está cargada de razón. Vaya si no, si el 60 % de los tipos de cáncer son obra de azar, “el azar no es justo”.

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