Anoche, de diez a diez y cinco de la noche leí las “Obras Completas” de Mariano Rajoy. Como, tras reflexionar sobre sus contenidos, a las diez y seis ya estaba libre, pude poner la televisión, donde emitían Spartacus, la nueva serie que emite Cuatro, antes Canal +, antes de Prisa, ahora de Berlusconi. En unos pocos minutos se emitieron tantos asesinatos, apuñalamientos, decapitaciones y amputaciones que Gadaffi se convirtió a mis ojos en una hermanita de la Caridad. Es una serie que tiene tanta violencia que al final el argumento, si existe, se olvida. Va de charco de sangre en charco de sangre, literalmente. Pensaba yo qué curioso que emitamos estas series que son una tremenda burrada y después seamos todos tan políticamente correctos que tengamos que hacer el minuto de silencio de rigor ante cada muerto, ante cada acto violento, ante cada ruptura de la norma. Pero, la violencia educativa de la televisión no la podemos erradicar, porque allí sí se anuncian todas las empresas políticamente correctas, las que cumplen los códigos de responsabilidad social corporativa, para que las grandes fortunas, hoy italianas, puedan continuar riéndose de nosotros.
