Estoy totalmente conmocionado. Difícilmente lograré escribir estas líneas, pero lo haré porque el tema, transmitir la verdad, reconocer el mérito casi heroico de un conseller, lo merece. Se trata de lo que el titular de Movilidad, Gabriel Vicens, nos ha contado en varios medios de comunicación: que los trenes nuevos que se incorporarán a la flota de Mallorca ¡tendrán taller y un lugar donde dormir! Oigan, que esto no es una cuestión menor. “Detrás de todo servicio público que se basa en el funcionamiento de maquinaria -filosofa nuestro conseller en la prensa- ha de haber unos talleres técnicos de mantenimiento capaces de dar una respuesta rápida y de calidad a las necesidades diarias”. Jo, si no nos lo dice, ni cuenta que nos damos. Pero no sólo esto, Vicens nos cuenta que, de forma casi heroica, “no ha sido fácil compaginar el servicio de tren con unas obras como estas”. Tremendo. ¿Ven por qué estoy conmocionado? El Govern hizo el taller y ¡al mismo tiempo! el tren estaba circulando. En Madrid o en Barcelona, por ejemplo, cuando los trenes tienen talleres, que no debe ser siempre porque no todo el mundo tiene una luminaria como Vicens al frente de sus ferrocarriles, suspenden el servicio durante años. El conseller añade que “desde la Conselleria hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos para garantizar la seguridad y facilitar información y alternativas a los usuarios”. Todo por el mismo precio. Sin un plus. Oigan, propongo un monumento a este hombre. Un premio de estos que da el Govern, o la misma conselleria de Movilidad. O una placa, por lo menos. Esta sociedad no tiene remedio: no sólo no homenajeamos a este hombre, sino que encima el pobre tiene que pagar cuatro páginas en los periódicos -con nuestro dinero, aunque camuflado a través de las empresas que han hecho la obra- para decirnos algo tan trascendental como esto, porque la prensa no es capaz de publicar un mensaje tan impresionante gratuitamente. Vaya, seguro que siendo un hombre tan entregado, hasta debe tener lavabos para los empleados de la conselleria. Oiga, conseller: otro publirreportaje. Y si ha puesto luz eléctrica, otro. Y otro por la máquina del café. “Detrás de cada organización siempre hay un 'cafelito'”. Venga conseller, conmueva a este pueblo ingrato. Conmuévanos con nuestro dinero.





