Frente a los mensajes alarmistas que han resonado en los últimos días sobre un supuesto rechazo generalizado al turismo en Mallorca, desde el sector económico se quiere lanzar un mensaje de tranquilidad y realismo. La mayoría de los mallorquines seguimos valorando al turismo como lo que es, un motor de riqueza, empleo y bienestar para nuestra isla.
Los discursos de odio y turismofobia que hemos visto recientemente, pintadas, mensajes excluyentes o protestas radicalizadas, no representan a la mayoría. Son una minoría muy ruidosa, sí, pero minoría, al fin y al cabo. Lo preocupante, es que desde ciertas esferas políticas y mediáticas se ha alimentado este discurso. Se está trasladado una imagen distorsionada de la realidad, generando confusión, crispación.
En lugares emblemáticos como Sóller, Valldemossa o el centro de Palma, ya se nota una bajada de visitantes y, lo que es más llamativo, muchos cruceristas ni siquiera bajan del barco. El turismo se lo piensa. Las excursiones, el transporte turístico, la restauración o el pequeño comercio lo están notando. Pero no porque Mallorca no tenga atractivo, sino porque alguien, desde aquí, les ha dicho que no son bienvenidos. Y como dice el refrán, “donde no te quieren, no vas”.
Pero no todo son datos fríos. A veces, las mejores lecciones llegan desde una conversación casual. Hace unos días conocí a un señor de Edimburgo. Me confesó que se considera "anti-turista" en su ciudad. “Todos sabemos que el turismo puede causar alguna molestia, pero también es parte de la vida moderna. La gente no deja de viajar porque vea una pancarta”, me dijo. Le di la razón.
Desde el pequeño comercio de Mallorca se está dando una respuesta positiva. La campaña “Mallorca’s Shops Love Tourists”, impulsada por PIMECO, es una muestra de ello. Se trata de recordar a los visitantes que aquí se les quiere, se les valora y seles necesita. Porque sin ellos, muchas tiendas no abrirían. Porque cada compra en un comercio local es también una inversión en sostenibilidad, empleo y economía circular.
Mallorca no puede renunciar al turismo. Necesitamos infraestructuras adecuadas, una planificación realista y una convivencia equilibrada. Pero lo que no podemos permitir es que unos pocos agiten el rechazo y contaminen la imagen de una sociedad acogedora como la mallorquina.
Lanzamos un mensaje claro, el turismo es bienvenido. Aquí nadie sobra, y lo que sí nos sobra ya es ruido, crispación y mensajes que solo hacen daño.





