El maldito 155

Mientras el Gobierno Español aplica el maldito artículo 155 de la Constitución (copiado de la Constitución Alemana, y sobran comentarios), cientos de ancianos amarrados a sus sillas de ruedas, con pañales empapados de pipí mantienen la vista fija, desde hace horas, en una pared sin pintar y sin limpiar desde hace años, porque la tele, pequeña y vieja, no la ven o no funciona en la residencia en las que están aparcados como coches viejos en un desguace.

Estos ancianos en cuya memoria descansa todavía el recuerdo de la dictadura de cuando eran pequeños y se dejaron la piel y la vida para que nosotros, sus hijos, sus nietos y bisnietos, pudiéramos vivir un poco mejor que ellos. Esos ancianos a los que tenemos poco tiempo para visitar y cuando lo hacemos sentimos la vergüenza de quien no devuelve todo lo que ha recibido.

Algún día seremos nosotros los que estaremos ahí y quizás tengamos memoria para recordar que para eso nunca hubo ni habrá dinero suficiente, porque hay temas de Estado más importantes que la calidad de vida, a pesar de que a uno se le condene a vivir amarrado a una silla sentado sobre su propio pipí, porque los políticos pueden conducirnos al caos más absoluto, a la inseguridad completa, pero son incapaces de verbalizar palabras como eutanasia activa.

Mientras se aplica ese maldito 155, personas jóvenes incapacitadas por enfermedades incurables permanecen encerradas en centros que carecen de medios suficientes para justificar continuar viviendo cada día, en cambio por obligación hay que seguir haciéndolo y a eso no lo llamamos tortura. Aquí sólo torturamos a los patos en las fiestas patronales o a los toros, pero a las personas las encerramos entre cuatro paredes mugrientas (y el que no me crea que vaya a verlo),y no nos sentimos carceleros ni torturadores en absoluto.

Mientras el maldito 155 se aplica, los hay que están haciendo piruetas para pagar al Estado el IVA e IRPF de su declaración trimestral, porque lo que tiene no le da para pagar nóminas, proveedores e impuestos, en un Estado donde los impuestos se utilizan después para desmontar Gobiernos autonómicos sin valorar el coste de tamaña decisión.

Mientras el maldito 155 se aplica, los millennials se preguntan de que sirvió todo lo que estudiaron para acabar en empresas que van temblando y de puntillas cambiando de un domicilio social a otro. Los únicos beneficiados con todo este caos son los que juegan al despiste, los fantasmas que de repente se han vuelto más fantasmas todavía.

No me cansare de repetir en cada artículo que escriba, que nos hemos vuelto completamente locos y que no aprendemos nada de los libros de historia, seguramente porque los libros omiten datos que no deberían omitir jamás.Postdata: ¿Alguien podría regalarle a Aznar una vuelta al mundo de 10.365 días?

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